martes, 1 de diciembre de 2009

Tempestad de sombras


Y ya eran como las dos de la mañana y el silencio peleaba por su lugar en los cables telefónicos. Imposible cuando las mentiras comienzan a gestarse y forman una sombra gigantesca de palabras y palabras escupidas, tristes, pero tristes sin sentido, no se trata de esa tristeza que resulta constructiva en los corazones frágiles de los vientos tempestuosos. Se trata de una tristeza que merece ser enviada al espacio, bien lejos, por ahí, bien cerquita del planeta y de las cosas más lejanas del universo. Ya preparó el cohete, está bien reforzado con las cosas que hirieron. Tocó la puerta (no el timbre) y luego la tumbó por completo con los enojos y las palabras entrecortadas por risas sarcásticas. Sonó estrepitosamente un fuertísimo ruido detrás de la autopista, temblaron las calles, el polvo bailó alrededor del sol hasta ocultarlo: eran los chistes sin chiste que desbordaron el recipiente del tiempo. Lo dicho para enojar se volcó por las tejas y tiñeron todas las casitas de una misma falta de color. Los gatos aparecieron todos de repente, insinuándose uno con los otros mientras doblaban la esquina de la avenida, tan perversos como persuadir ser estampida. Los pájaros repetían las sinceridades que nunca quieren ser escuchadas, de esas que también se escupen con un fin lucrativo, de esas que tienen como único fin hacer mal.
Ya se va todo para el espacio, no le puso luces, siempre es mejor a oscuras. Así resulto la situación, bien sombría como lo que nunca quiere mostrarse, como los caminos por los que vagan los vestigios, los pedazos rotos que terminaron por caerse en las palmas de la mano. Y ahora se ve cómo se van elevando en cámara lenta hacia el cielo con el fin de hacerlos desaparecer en ese lugar donde los párpados se cansan de fruncirse. Importante saber que no es merecedor de un gesto esperanzador… Y ahí se ve que vuelven a bajar. No corras, el relieve está demasiado deteriorado, disfrutaría verte caer nuevamente, lo disfrutaría del mismo modo que lo hacía cuando nos agarrábamos las manos entrecruzando los dedos. El amor puede habernos hecho y el mundo de las sombras habernos complementado.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Adiós


Mares de soles, cielos de pájaros, algunas pequeñas montañas de flores amarillas fundiéndose en su complementario, y un perdón por el dramatismo y el creerte dueño de mí por esos segundos de regocijo.
Seres independientes pendientes de compañía, jugando a querernos más de lo que ya fuimos. Jugando a contornear lo abstracto con los pies cuando aparece la vida tras la ventana. Pareciera que nos vamos achicando y somos absorbidos por la luz que se lleva todo lo negro. Y se lleva también las escondidas en las sábanas, los roces y los abrazos de memoria, abrazos de frío. Es como si naciésemos devuelta, conociéndonos un poco menos. Siluetas que se funden y se separan, y se juntan y se enlazan y se separan… Tan sólo pares de pies en la ventana, evadiendo cinco defectos de las extremidades y entrecerrando los ojos para no ser tan sinceros.
Son las nueve de la mañana y al lado ya empiezan a refaccionar. La cortina nos avisa los sonidos urbanos. La puerta siempre estuvo abierta, y siempre, pero siempre, fue un soleado adiós, un chau no, un adiós. Todos los días sucedidos lo fueron. Ni la cuidad ni los días fueron testigos, ni siquiera nosotros. La vida dividida en escenas traducidas como ratos, traducidas como amor. Se ha tocado el vidrio pero no el cielo. Con los pies pero no con las manos. Tal vez lo que un tiempo negro, pero tampoco estemos tan seguros.

sábado, 24 de octubre de 2009

Árbol antiutópico

“Todas las dudas jóvenes mueren en la decepción de la madurez”. Te miré como comprendiéndote, como adhiriendo con tu postura, como defraudada por tus palabras. Callé unos segundos y balbuceé luego algunas onomatopeyas sin sentido, esos sonidos demás que lastiman la armonía del fluir. Miré hacia la ventana y volví a abrir la boca, esta vez opté por cerrarla casi inmediatamente. Prendiste un cigarrillo y ondulándote las puntas del pelo me dijiste con los párpados soberbios “Se quejan de todo, absolutamente, sin fundamentos, algunos andan escupiendo que la crisis la paguen los capitalistas. Son todos socialistas los pibes. Sin la más mínima noción de nada generalizan situaciones y afirmaciones de cualquier tipo. Agarren a Marx ignorantes, pero aprenda a leer y dense cuenta de quién fue en verdad!!” Me reí irónicamente, pero no fue un gesto entendido como tal. Burgués de la nueva revolución que no es ni siquiera garantida. Sus manos se entendían distendidas, sin callos y bien limpias. Dueño de los medios de comunicación que acallan pensamientos, ideas y hambre. Que acalla pobreza, marginación y desigualdad. Sus pestañas producían vientos violentos, no de esos que ocasionan los huracanes o lo sucedido previamente a algunas lluvias, un viento humanamente violento, más hiriente. Alcé mi mirada hacia la violencia injustificable de la injustificable, recorté su diario y armé uno mejor, con algunas propagandas hice pajaritos y con otras barquitos. No acabarás con el otro lado, mientras haya desigualdad, ni toda la historia podrá llenarnos de la derecha “luz”. Ubicados en el centro bonaerense, si nos dirigimos por esa senda terminamos en el Atlántico, ahogados de lo que fuimos. “Tomo la otra ruta, y remando contra la corriente. Al oeste, por favor.”
Le llevé los pajaritos y los barquitos, al día siguiente, pero el edificio era muy alto y el ascensor, unipersonal, siempre ocupado. Me senté en la puerta y junto a mi, otro joven. Lo miré, me sonrío con los ojos y ví como sus pies se adherían a la vereda, sus brazos se alargaban y crecían hasta la ventana y de su pelo nacía el más bello y claro follaje. Creció aún más que el edificio gigante, y jamás le dio sombra.

lunes, 19 de octubre de 2009



Que cruzando un puente tengo el sol a cualquier hora.

jueves, 15 de octubre de 2009

Un cielo civilizado


Tropezó y raspó sus rodillas contra la mezcla de asfalto y tierra seca. Miró hacia el sol, el cual intentó dejarlo ciego y debilitarle la nuca. Unas cuantas gotas resbalaron por su frente, y otras cuantas de sangre llegaron hasta sus pies. Lleno de ira delira contra la sociedad que lo oprime a la sombra. Sacude sus cabellos irregulares y tira para un costado su remera. Sostiene a su hermanita de ambas manos y caminan al mismo paso al son de timbales que retumban tras la Cordillera de los Andes. Mira hacia un horizonte sin meta, frunciendo el ceño y espejando en sus ojos armas, edificios y subtes a velocidad de la luz. La garganta le grita y él la calla. Golpea la tierra y golpea los vientos. Corre sin corazón y abraza nubes en el desierto. Se cansa y agranda su cuerpo unas tres veces escupiendo de tanto en tanto. Agotado cae hacia atrás y observa las nubes que tiñen el cielo con engranajes y botas de cuero. Una sola gota cae del cielo y él, sediento, abre la boca de su hermanita. ¡Qué bueno el cielo comparte sus riquezas!

lunes, 5 de octubre de 2009

Chivilcoy


Sopla el viento y la primavera se hace notar en su nuca ahora semi-visible, en su camperita verde con retazos floreados, y en el reflejo de sus lentes bicolor. La veo desde lejos, camina dando saltitos y sonríe para conseguir sonrisas, y lo logra, pero lo sabe a medias... pobre de mi loquita, loquita. Te dice un hola seguido de una imprecisa risa y mueve las piernas para ambos lados. Y a ella le encanta quemarse con esos rayos del sol, sueña y materializa ese gesto una y otra vez. Y la veo con esas ganas de no dejar caer una gota de sol entre sus dedos. Y cuando alguna de esas, rebeldes opositoras al sistema, intenta tocar el piso de madera, coloca baldecitos de colores. Tiene la pieza llenos de esos, algunos otros los tiene en la cocina y seguramente olvidó algún que otro en el sillón tras la puerta de su hogar. Tiene sed de luces y se inquieta por no ser una eterna noche muda. Lucha contra ella, y lucha contra lo que no hay, lo que no ejerce fuerzas visibles ni invisibles. Y habla de amores, y niega de amores.
Se de sus marcas y lo que piensa cuando mira de costado, y esa sombra que se contornea con el sol que asoma ahora tras la General Paz.
Los colectivos resultan ser los mejores oyentes y espectadores de una novelita diaria, rutinaria y simpática. Yo se de ella, más de lo que creemos cuando caminamos en filita cortorneando el cordón de las veredas, balanceando los brazos que bailan al son de alguna canción a medio saber, a medio tararear. Anticipo esos ocho minutos y medio, y bailamos en el blanco que fusiona nuestros colores. Alumbra de modo natural, esa un loquita, no sabe lo que da, no sabe lo que hace. Ve un chico con sol entre las manos, pero se ve gris. No te preocupes amiga, sabemos del tiempo, lo nuestro es siempre el pasado. No creas dejar correr las horas, lo hacen sin tu consentimiento. No intentes prender todos los postes de luz de la cuidad. Intentá con los ojos a medio cerrar mirando la luna cuando es muy de noche, vas a seguir viendo esos destellos de la infancia.Hay urbana, urbana … Ella quiere amor, busca querer y quiere mucho, esa loquita linda…

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Silueta


Apoyá tu cuerpo en la ventana que quiero recordar tu contorno. Me enamoré de la forma. Te quise ahí en contraste de todo. Ensombrecido como siempre. Eras amigo del sol. Los destellos cosquilleaban la retina y movías las extremidades lentamente, como bailando en la viscosidad de los enlaces del hidrógeno y los oxígenos. Te hacías agua de vez en cuando y río para regalar reflejos infinitos. No prendíamos nunca la luz, porque llamabas a la luna golpeando dos veces el vidrio cuando morían las luces, prediciendo siempre esos ocho minutos y medio. Y cuando el calor era incontrolable, un abrazo. Y nunca mentiste hablando en “tiempo real”. Siempre supimos del pasado y de las luces. Mentíamos atardeceres y siempre afirmamos en sentido negativo. Vos, sombra de albas y ocasos. Perímetro de una invención más del sol.
Ahora se ve la luna, la tenemos acá no más, recostate un poco más, que de noche tu perfil crea relieves en la casa.

viernes, 21 de agosto de 2009

Los perros aprovechan mejor


Te vas de a ratos, y en tu ausencia te hacés más fuerte, más débil, más confuso, menos necesario, más capricho. Esos ratos menos deseables, más llenos de esperanza, más deseables de un fin. Y cuando volvés, sos menos vos. Seguí yéndote que va a quedar la nada. Sigo yéndome que voy a ser la nada.
Y seremos aire contaminado por querer querer y no necesitarnos nunca.

viernes, 7 de agosto de 2009

Los ocasos de la autopista


Se esconden. Nos tocan el hombro y corren desvaríos por las lomadas de la autopista. Se ríen de nosotros y se sientan en nuestras cabezas mientras actuamos su inexistencia. Y si estuvieras acá pesarían un poco menos, serían un poco menos… Empezaría por dejar de buscarles forma y capacidades humanas. Y te fuiste, y ahora los perros son menos amigos, los gatos más perversos y egoístas, las avenidas porteñas menos enigmáticas. La noche más muerta. Y el sol, menos vivo en sus horas.

Ellos siguen corriendo por la autopista, molestan a los peatones y se sientan de vez en cuando en el parabrisas de los camioneros, y cuando te ven saltan furiosos sujetándose a tus rodillas. Creo que pueden ser rojos, anaranjados, y se destiñen en el negro. Son diariamente distintos. Y cuando las grises nubes, cual tropas estadounidenses marchan en líneas rectas para matar al sol, se multiplican y al son del choque entre nubes te persiguen. La soledad deja de ser el refugio y corremos a buscarte. Pero te fuiste, te fuiste con ese sol del mediodía. Te escondiste para siempre en el minuto sin sombras...Todavía queda el de la mañana, más tenue, más bajo, más joven, reposando en los persistentes hombros de Elena que mira siempre hacia el oeste.

miércoles, 5 de agosto de 2009

De esas novedades utópicas


Y sin sujetarnos de las manos nos sumergimos a un mundo de letras, sólo letras, y el sujeto crítico resurgió, renació, abrió mares sin provocar olas, sin destruir playas, sin causar muertes. Y la imagen fue poco a poco ubicándose en el segundo plano de las cosas. Se desfiguró frente al espejo, derramándose en los costados secundarios del corazón. Y discernir fue más fácil. Amar también. Vivir también. Llorar más práctico… Y nos conocimos más, más fundamentados, menos tapados. Así de utópicos hoy en día. Muchas caras se desvanecieron durante las madrugadas en las correntadas de las avenidas porteñas. Se escuchaban sus suspiros agonizantes, que atravesaban nuestras rendijas convirtiéndose en fortaleza. Y los sueños fueron más sueños, mas fortuitos, más largos y memorables. Y las almohadas angustiadas, melancólicas por volver a ser las fieles compañeras de llantos y confesiones reprimidas de las personas. Y las personas más personas, volando todas por puentes de colores, colores puros, fusionados, teñidos de sentido. Y se entendieron más las cosas, los caballos fueron más sucios, los cuerpos más cuerpos, y los sonidos en su estado puro danzaron por el campo y la vigente, diariamente eterna ciudad. Tu corazón se convirtió en racimo de uvas y tus manos en ramas blancas que naturalmente se aferraron al sol. Y la historia continuó siéndolo. Y mientras volabas por los puentes pensabas en las letras de hoy, que fueron manos secas de ayer, y la paz de tu pensar que fue guerra de guerras.

miércoles, 15 de julio de 2009

Confesiones

Noelia: - ¡Ha llegado el fin! Cansada estoy de escribirte y escribirte y escribirte para que jamás te enteres de nada. Para que jamás entiendas ni una de las incontables metáforas que introduje en los cuentos que a vos te pertenecen. Y hoy ya terminé de subir la escalera, y me encontré con esa desilusión del final del deseo, de la concertación de las esperanzas, de haber alcanzado lo añorado con el corazón. Y me hallé ahogada de letras, tuyas, todas tuyas, y si las pudiese tomar con la sopa, bueno vaya y pase, pero no, no hay caso, no se van eh. ¿Qué hago? Escribo en tu ausencia eterna y ahora tal vez esté acabando con ello, tal vez. Esa maldita incertidumbre…la misma que me llevó a contornear cada una de las palabras. ¡Textos te hice! Nunca los dije, hasta hoy. Ya llegué al último escalón, y ahora... ¿Ahora? No se, este es un conjunto de palabras, es como si me las hubieses dictado, me ahogan, te las cargo todas a vos, siempre tuve ese egoísmo del que me es imposible deshacerme, del que te es imposible abrazarte. Por vos lo digo eh, sabés que es así. En fin, ahogate en ellas, seguramente vaya a tragar un poco después. Cuando las horas lloren Rodrigo.
Ro, ahora voy a cerrar los ojos y vos vas a abrir los brazos, y no va a ser para escupir uno de tus abrazos, sino para llevarte las letras. Ya preparé el caldo, vos si te las podrías tomar, o mejor aún, zambullirte en él, ahora que es invierno.
Hace rato estoy hablando eh, ya sabés esa manía que tengo de tratar de justificar y explicar cada uno de mis actos, aunque sea con esa constancia imprecisa y a veces estúpida, esa facilidad de encontrar palabras que son odiadas por los silencios. Las palabras y los silencios, los cronopios y las famas… Y me quedan estas irremediables palabras en cocción, a la una, a las dos y a las….tres!

Pared de Rodrigo: - (silencio)

Al día siguiente Noelia y Rodrigo se cruzan en la parada de colectivo, pleno centro porteño, tres y media de la tarde.

Rodrigo:-Noe,¿ todo bien?¿Qué hacés por acá tanto tiempo?

Noelia: - Venía de lo de un amigo, ¿todo bien vos?

Rodrigo:- Si si…

Noelia: -Bueno… ¿Te tomás este?

Rodrigo: -Si.

Noelia subió primera sacó boleto, y se sentó en asiento individual. Rodrigo hizo lo mismo y se sentó adelante. Y se bajó antes que ella.

sábado, 11 de julio de 2009

Piiiiiiiiii


¿Y para qué decir? ¿Para qué hablar y no decir nada?
Una mosca congelada en la cima de un pan ácimo y una ventana que se abre de a poco, como al compás de un tango lento. La perpetuidad de una imagen infinita, gráficamente comprensible, muda, mejor. Dos sombras, que se juntan y se vislumbran por el simple y eterno accionar del sol, y de tanto en tanto se funden. De tanto en tanto se separan como queriendo seguir juntas, como las gotas de agua, pero se espantan, y cuando anochece se dispersan por el mantel y se hacen mosca. Y en el alba se forman nuevamente, caminan hacia el vidrio y lo miran, no lo ven. En cambio el sol sí con ellas. Y las sombras bailan y las moscas se congelan, mudas todas ellas. Y un encuadre encaja justo en el astro más grande, y todo lo que él ha creado. Y el calor no las derritía, y las primaveras se hacían notar en los árboles. Y las sombras… esas sombras. Calladas se tiraban al piso y se hacían muchas, y cuando venían más moscas, se hacían una sola sombra, una muy finita, engañando, disfrazando ser esa daga que crea oscuros, que tapa destellos, que pinta de negro. Que se para en el haz de luz y lo corta,lo mata sin escrúpulos, como cuando pedís medio metro de cinta bebé.Y ahí todo vuelve a fundirse, y ya no importa el tiempo, ni las moscas ni los árboles, ni la ventana, y menos las sombras. Y en el alba, cada cosa en su lugar. Sin palabras, sin decir. Parece que resultó mejor ese amable reposo, como las lágrimas que se postergan y al fin se dan , como los abrazos fiados que mueren y reemplazan por los verdaderos, como los besos de a montón que fueron asesinados por esos que erizan, esos, claramente, utópicos.
El alba penetrante contorneó la escena, creó aquel mismo encuadre, diariamente encuadrado. Las moscas sobre el pan. Las sombras en la ventana…
¡Esa maldita pava silbadora que asesinó al sol arruinando el silencio! Las sombras se derritieron sobre el mantel junto con todo lo demás, se hizo de noche para siempre, y otras luces empezaron a gritar en otro encuadre. Fue la muerte del soleado silencio, la muerte del amor.

martes, 7 de julio de 2009

A! El frío.

Estamos mal, debí admitirlo aunque logré evadirlo por un tiempo. Tosemos en el codo y miramos de reojo, observamos las monedas con más desconfianza que antes, y algunas bocas se escondieron tras ese blanco que da miedo. Y pensar que nosotros nos preocupábamos por no arrugar el mantel o que no se pase el agua para el mate.
Los actores se escondieron tras bambalinas y la música dejó sorda la cuidad. Nos quedamos con ese agudo “piiii”, y las persianas bajas. Corrimos sin dirección, hasta que vimos el puente tajando la autopista. Y por la sucesión que tienen las cosas nos encontramos, ahí en el medio, con las manos limpias y sin bufandas. Y pensar que antes íbamos rozando el alambrado con los ojos cerrados, mientras sentíamos el destello de esa luz agonizante tras algunos edificios. O agarrábamos el primer palito que encontrábamos tirado por ahí y acompañábamos los pasos con el roze del alambre.Y nos agarrábamos las manos sin desconfianza.
Nos cruzamos de frente, nos abrazamos por instinto, y nos quedamos callados. Habían muchos menos autos que siempre, y las nubes parecían mas grises, más enfermas, más de este invierno 2009. Las miramos, nos reímos con esos nervios de preocupación, y falsamente despreocupados nos tomamos de la mano, otra vez por instinto.Y finalmente llegamos, prendiste la tele, y quedamos enfermos, son esas cosas de este invierno, se hizo más frío que nunca.

miércoles, 1 de julio de 2009

Otra vez


Volvemos al tiempo, vamos en tiempo, navegamos por ahí. Y en los recuerdos de los colectivos los minutos se minimizan, ¿dónde quedaron los minutos que fueron? ¿ cada uno de esos sesenta segundos?, los quiero, no me despojes de ellos… ¿Cómo se hace para conservar exactamente el momento? No me digas que te acordás de todo, no mientas. ¿Dónde quedan los minutos que ya no vuelven? ¿Qué es? Susurran de vez en cuando en la noche, en algún poste de luz en las madrugadas, tal vez en algún acorde de bandoneón, pero… ¿vuelven?
El tren despoja a las vías, y la distancia las achica, el tiempo lo hace consigo mismo, parados en el último vagón nos acercamos más a la Terminal, nos alejamos más de… Reciclamos constantemente, sentimientos, risas, llantos, luces, silencios… No hablamos, pero susurran atrás de la cama después de quedar sin tiempo, y volvemos a ser lo que no somos.
Puse música para evadir tan lindo silencio, para no escuchar tan ciertos susurros, para apagar tan tenues luces… Para acostarnos en una sábana “espiraleada” de esas en las que duermen los músicos nocturnos, los flautistas velados, de esas que son aspiradas por los tornados que salen de las alcantarillas cuando el alba apenas empieza a asomar y contornear nubes.
Dormimos, por ahí navegamos, los minutos se evaden, pero dónde, ¿se subliman? Como siempre hace lo que quiere, el más libre de todos, el más amplio, el tiempo, el tiempo, el tiempo. Lento vamos cayendo, lento, lento, lento, el humo en la ventana de tu pieza y yo tapada hasta la cabeza veo como nos acercamos al centro de la alfombra, aspirados por el tornado, y las tazas vacías se caen, la tele se apaga, la música calla, los cuerpos se juntan... y el humo se hace todo negro.

lunes, 22 de junio de 2009

Núcleo bonaerense


Senderos bifurcados que seguramente surgieron del mismo punto. Conexiones de no se qué tipo existen y provocan magnetismos iguales y contrarios. " Los polos iguales se repelen" y así es.

Pero todos los caminos conducen a Parque Lezama, todos, ahí nos vemos...

La cuidad se transparentó

La cuidad se transparentó. Toda, todo, menos las ventanillas de los trenes. En ellos se veía reflejada una cuidad que no era, algo que fue, pedazos urbanos que transformados se materializaban en todo eso. Reflejo que mostraba otra cuidad, como sucede con nosotros, tenemos otras personas iguales a nosotros ahí, eso somos y no somos a la vez. Una invención humana que acabó por inventarnos. Y ahora, las puertas se abren solas, en una cuidad casi enmudecida de sonidos. Gris de carteles publicitarios y edificios de sombras, la población parecería más grande. Reapareció esa gente que vivía tras los hoteles, los que dormían en la “M” de Mc. Donalds y el arriba o abajo de la General Paz, y quién sabe en cuántos lugares más, si se escondían evidentemente muy bien. Tuvo que transparentarse todo para vernos bien a la cara, sin embargo, las ventanillas… Quedaron ellas para seguir viendo la paridad humana, la otra cuidad. Y las lagunas nos mienten, hasta el mismísimo Río de la Plata. Los espejos son paredes cuyo armazón nos muestra lo de atrás y lo de atrás y lo de atrás. Se forman caminos y senderos interminables y se reflejan, y se reflejan. La luna nos engaña desde ahí arriba, y ahora pareciera que el cielo es menos lejano, que las nubes se mezclan con las sendas peatonales, y el Obelisco, tan criticado, parecería de hielo, haciendo geométricos los celestes y destellos del cielo, en cuatro caras rectangulares. Y nos paramos frente a ellas y nos miramos, pero nos mienten. Las ventanillas parecieran mostrarnos como somos, como quedamos luego de tanta transparencia. ¿Dónde quedaron los aires de tango grises que se mezclaron con los sueños arrabaleros? No nos digan que es un sueño que jamás comenzó, o que simplemente es uno complejamente real, irreal. Las hojas de los árboles intentan cubrirnos del sol, y apañarnos en el otoño, parece invierno. Colores han quedado pocos. La gente sale a la calle, se han encontrado con personas que no veían hace tiempo. El amor prohibido ha fracasado para siempre, las escondidas se han muerto para siempre. Pero la verdad no es sinónimo de transparencia, no nos han despojado de la ropa, seguimos vestidos. Es la cuidad. La cuidad nos ha hecho cuidad y sus vestigios nos han dejado urbanos de todo. Desde las estaciones de subte miramos a la gente caminar, correr y seguir corriendo. Imposible escapar. Y como la lluvia ansiada en época de sequía, un balde multicolor se abalanzó sobre nosotros, resbalaron arco iris, descendieron a toda velocidad por las lomadas y los pasillos de San Telmo, llegaron hasta los limites nacionales, y nos han dejado negros, y blancos, y azules también. Tiñeron todo, absolutamente, el amor oculto ha resurgido y se esconde en los rojos más incandescentes, las escondidas son múltiples. Pero nos han transformado nuevamente, otra cuidad, las ventanillas son opacas, no hay reflejo, los lagos nos siguen mintiendo.
Sentados frente al movimiento del agua, no logramos descifrar el color del Río de la Plata.

sábado, 20 de junio de 2009

Rotación de soles


Un camino que empieza en su fin, se llena en su vacío, y se tiñe en transparencia. Y ahí conduce, donde estamos. Es seguro que no te sorprendan mis palabras, las deducís como yo lo hago con tus contestaciones. Y es que hay algo más. Ya te dije, me hice de tu néctar cuando quería crecer, y acá me ves, describiéndote tan bien, y lo que no digo, lo pienso, y los silencios, aún guardan más. La sangre tendrá mucho que ver, pero más allá de eso, más allá de eso, vos...ROtación de sentimientos nos mueven y conectan, ya lo supimos muchas veces. Y cuando te falte aire, acordate de mi nueva pieza, y cuando te falte sol, te los doy, sabés que me encanta hablar de ellos y dibujarlos, y cuando tengas hambre, hay medias naranjas. MIs pies se apoyaron en tus manos y me sostenés, aunque te creas cansada, sos fuerte, aunque lo dudes. Y no tropieces con lo que viste, pudiste saltarlo varias veces. Fusioná las palabras con los brazos y las piernas y movete como lo hacías. Son angustias, lo sabemos, bien lo sabés. Pero tras las piedras que lloran se ocultan las verdades más oscuras, y vos casi las ves. Puede que caiga constantemente en un suelo inestable, poco seguro de letras propicias, pero se escriben solas, se dicen solas, se enlazan en las que no decís, y en las que no digo también. NAda es tan malo aún, en el camino es siempre primavera, y las cajas que escondimos siguen sin aparecer, tranquila, la cuidad es gris pero se tiñe con los sepias cuando abrís el balcón. Reparate en las hojas, y en las lecturas de las siestas del fin de semana, que un colectivo, un tren y subte son el espacio sujeto por el tiempo, tiempo subjetivo que no nos aleja de lo que somos, persiste. Empezaste vos, sigo yo, que te seco las lágrimas que no secan a la luz.

domingo, 31 de mayo de 2009

Perversas cúpulas



Muy original acato sentimientos con mensajes de publicidades, soy de esas personas en las que piensa un “creativo” a la hora de realizar la publicidad en la que se pone en juego su súper mérito, por el cual estuvo estudiando varios años. ¿Entonces? Tanta es la inseguridad que todo lo que me rodea es real, todos tienen razón y la tienen muy clara. Siempre me sucedió, pero variaba la influencia en las risas y las lágrimas, lloraba más reía menos, reía más y lloraba menos, lloraba más y reía más, no lloraba ni reía. Manejada a control remoto, como el animalito virtual que había que darle de comer, estar al día con sus vacunas y si se te moría, “Papá reviví al animalito”. Igualmente nunca tuve uno de esos.
La cosa es que son esos períodos en los que al levantarte a la mañana (léase como temprano, más o menos, o muy tarde) uno se encuentra con hilos atados a las articulaciones y hace todo sin movimientos propios. Son esas mañanas que duran meses. Que duran años. Que duran siglos. Que duran segundos en los que algunos astutos, pudientes, pocos, tomaron el control de los hilos (léase a su criterio).

lunes, 25 de mayo de 2009

Poesía del semáforo televisivo.




Eso es lindo,
es lindo.
Eso es feo,
es feo.
Ahora ya no es lindo,
la verdad que no.
Él es malo,
malo.
Ese otro es bueno,
es bueno.
Votá al bueno,
al bueno.
Es simpático,
muy cómico.
Mirá como roba aquel,
el simpático es mejor.
Ese es lindo,
lindo.
Lindo+simpático+bueno,
= vos.
Esos censuran,
vos= no censura.
Esa pantalla es buena,
pantalla= vos.
Entonces vos,
entonces yo.
Votá al bueno,
entonces vos.



miércoles, 20 de mayo de 2009

Un ceibo


Encontré la suma de ganas, concentradas en las raíces. Floreció con el tiempo, germinó por el aire. Formó nubes y ramas. Dibujó hilos e hizo llover hojas. Y en el invierno, los pétalos, y en los milagros, las flores. En el verano, las sombras. Ascendió hasta el sol. Rodeó continentes, construyó puentes sin obstruír barcos. Hallé todos los verdes, en la cosa más chica, lo de gigante de lo imaninable. Te enredaste desde el astro más grande hasta el núcleo de la Tierra, ahora camino y duermo por ese tramo larguísimo, cortísimo. Pusiste hasta las tazas sobre la mesa del jardín. Me senté sola a mirarte tomar, a mirarte, a mirarte germinar, a mirarte, a mirarte ser, a mirarte, a mirarte...

sábado, 16 de mayo de 2009

Mamushcas


Una cajita que tenía una esperanza que tenía un deseo que tenía ganas que tenía miedos que tenía dudas que tenían intriga que tenía ansias que tenían intraquilidad que tenía incomodidad que tenía intranquilidad que tenía ansias que tenían intriga que tenía dudas que tenían miedos que tenían ganas que tenían un deseo que tenía una esperanza que tenía un cajita

sábado, 2 de mayo de 2009

Partida


Se fue. ¿Por qué? Porque grité. ¿Cuándo? Casi todo el tiempo. ¿Y qué más? Y todo el resto es menos más menos más menos… ¿Y ahora? No se. ¿Qué se hace? El tiempo ¿El tiempo? Se hace solo. ¿Y la maduración se hace del tiempo? Supongo ¿Y los dolores también? Supuestamente es cuestión del mismo. ¿Las alegrías no? Tal vez. ¿Y qué pasa entonces? Se fue. ¿Soledad? Nunca ¿Pero? Necesidad. ¿Arrepentimiento? Siempre hay un poco de eso. ¿Lo repetirías? Hoy no, mañana si. ¿Entonces? No se. ¿Segura? No. ¿Algo productivo? Un poco, un poco…Pero se fue, se fue… ¿Solo? Nunca. ¿Y ahora el reencuentro? Y ahora la espera de un regreso renovado. ¿Entonces? La espera ¿La espera? No ¿Los hechos? Si. ¿Voy? Si, y ahora limpieza de vergüenzas torcidas sobre la recta por la que se fue.

miércoles, 29 de abril de 2009

FRÁGIL.es.


La necesidad de buscar a otros se esconde y a su vez se muestra decidida en el uso de la primera persona del singular. Escribo desde el “yo”, pero tampoco soy “yo” realmente, es un “yo ficticio”, y ojala se tome como tal. Pero el análisis no es tan corto, porque suelo usar el “nosotros” también, es evidente que canalizo por ese lado, usando caretas nos es más fácil confesar nuestros verdaderos sentimientos, o esas ganas indiscutibles de sentirlos. El carnaval no dura tan sólo unos meses. Ya ves, nos gustas sentirnos como esas cajas que guardan copitas de cristal, “FRÁGIL”, buscamos abrazos de verdad, no de esos que surgen después de un chiste muy bueno, o a modo de perdón después de un insulto, eso es más de lo mismo, terminan tirados en el mismo lugar que las lágrimas de compromiso y la mayoría de las charlas en las paradas de colectivo. Ya ves, necesitamos y necesitamos necesitar. Nos gusta mojarnos para que alguien caiga luego con un paraguas, cuando la lluvia haya cesado. Nos gusta imaginar y llorar en la imaginación, llorar por las cosas de ayer y de hace un rato es mucho más difícil, es la seguridad del querer querer sin querer de verdad, no sea cosa que queramos de verdad y lloremos de verdad cuando sintamos verdadera traición. Son deseos de… que se han implementado desde arriba sobre nuestra cabeza, somos como las alcancías, de imaginación, de deseos, resignaciones y de todo un poco, que ya lo sabes. Nos encanta sentirnos susceptibles y chiquitos para que dos brazos enormes nos levanten y rodeen hasta reír, qué bien se siente. Se empieza por imaginación y sólo a veces logra materializarse en estos tipos de abrazos, tal vez ambas cosas no sean tan lejanas una de la otra. Tal vez se continúen y se enrosquen como los fideos, y nosotros seamos los que los revuelven y revuelven hasta que se enfríen. Y tenemos hambre, todo el tiempo, queremos tenerlo, si cuando nos ofrecieron dijimos que no, gracias. Y es amor, es amor, ni solos ni acompañados puede evadirse. Y confesiones de las ganas de contar de todo un poco, un poco más para el montón de cosas, y decime entonces hasta qué punto está tan mal ese montón, quién fue aquel que empezó por despreciar esa concepción. Lo amplio, es montón, las personas, también. Pero mirá que justo hablamos de nosotros, separados, distinciones individualistas, ser mejor tal vez no nos separaría del montón. Y frágiles somos todos, así que por este ahora postergado, sería mejor tomarnos de la mano y hacer equilibrio sobre las copitas de cristal.

viernes, 17 de abril de 2009

Letras más letras


Es evidente que las palabras ocultan muchas cosas, ya es una certeza el decir que se aliaron con la tristeza y la alegría desde sus comienzos. Están todas guardadas en las alcantarillas más oscuras. Son dominadas y dominantes. Sacuden las cosas a su antojo. Creadas a partir de un mismo origen hoy rigen todo lo que a su par conllevan. Convocan audiencia con la que marchan a paso firme. Todo no es lo mismo. Quiero un cambio de verdad,¿me ayudás?. Y ahí van marchando derechito. Se enlazan como los nervios y flotan constantemente sin pelear con la gravedad. Así son, se hacen solas y con ayuda. He muerto herida de palabras. Mientras caía estas crecían, se alimentaban de lo que fue. He matado con palabras, seguramente fueron las mismas, o sus sinónimos. Me he perdido cuando dijeron lo que dijeron y me he encontrado cuando callaron las palabras restantes. Así es, ni más ni menos, ya lo sabemos. Nutridas de uno y de muchos se andan sin ciudado, manejadas por lo represores más temerarios y los justicieros más fieles, las vivas se entrecruzan y generan ejércitos, y ahí marchan contorneando el mundo, lo que fue y será...

miércoles, 8 de abril de 2009

I love Argentina

Mirá como camina, derritiéndose a cada paso, calculando cada movimiento para dar aspecto de desinterés. Seguramente arrastra los pies porque va en contra del sistema, pies vestidos de unas zapatillas muy cool, que mezclan y combinan los colores más up. Pero ojo, al piojo si, que la política le interesa y quiere cambiar el mundo, y antes de dormir se encierra en su pieza con su televisión para no perderse uno de los capítulos de su novela preferida, la cual niega afirmando que mira Discovery, National Geographic y por supuesto canal 7. Ama el cine nacional pero cuando sale con los chicos solo va al Hoyts General Cinema, o como se llame. Es muy pro, escucha lo último de la música inglesa y la fusión de bases electrónicas con una mezcla de rock del bueno y unas gotas de anda a saber qué, le rompen la cabeza. No entiende media de la letra pero el ritmito de atrás es buenísimo, aparte sus videos son re flasheros. Se codea con los “under” y los “no me importa nada” pero en su interior no quiere viajar más en tren y evadir a cada nene que les da una tarjetita a cambio de una o algunas monedas. Si obvio seguro ese nene después va y hace cualquier cosa con esa plata, no obvio que el tipo que dice que es enfermo no lo es, segurísimo, por qué no se va a trabajar o a estudiar. Ojo no te digo que sean todos así pero no siempre es verdad tampoco, no podés ir regalando por ahí todo el tiempo. Obvio que podés prender tu i.pod, ponerte tus anteojos extra extra grandes y ay! Ay! Ay.not.dead.
Y falta poco para votar, obvio que se tira por la izquierda, aunque quiere pena de muerte y que se baje la edad de imputabililidad, si acá no se hace nada igual. Su viejo es abogado, su mamá atiende un negocio propio de cotillón, cansados de la inseguridad afirman que las cosas cada vez están peor. ¿Y la culpa? El gobierno obvio. Mientras tanto lee algo del Clarín que quedo del domingo, declarándose sin ninguna duda en contra del gobierno y a favor de la paz que va a gestarla por ahí, ¿y cómo? No se, que se yo, la historia la escucha pero no le interesa mucho, las matemáticas le salen muy bien pero las usa para cortar tela para copiar diseños de la ropa más copada, es una creativa bárbara, tal vez exponga en alguna feria copada de BA. Aunque su sueño es irse a la mierda, quiebra la muñeca para fumar cigarrillo y baja los párpados para que parezcan cansados, cansados de qué, de no ver que debajo de sus zapatillas varias hormigas quedaron aplastadas, que en su patio trasero se enterraron todas las sortijas de calesita que jamás regresaron, que su arco iris termina atrás del edificio de enfrente. Pero es buena eh, cede sus ropas viejas para tapar a gente de la calle, gente de la calle si, se reconforta y desea que todos algún día vivamos felices, que no vuelva Menem, y viva Perón, Hollywood y que los negros y los blancos seamos al fin amigos de verdad, que no haya más pobreza porque uno que se gana la plata en buena ley y onda que no llegás, no llegás. Ojo, al piojo si, que no es mala eh, es re copada, es una freak!, y cuando hablé de victimas del Estado, no estaba tan equivocada, me refería a vos también, y a la raza humana, si a una sola, única. Sólo relato lo que vi, lo que se. Un relato hecho y derecho.

miércoles, 1 de abril de 2009

Próximamente abril.


Se levantó de la silla y se arrodilló junto a la ventana. El otoño había llegado, las plantas lo supieron antes que él. La verdad no se si es por supervivencia inconciente, al igual que el respirar mismo, pero lo saben. Tiñen los pisos de rojo y se destiñen hasta llegar al amarillo. Forman colchones para que no duela tanto el frío cuando se quiebran las piernas. Tapan las baldosas para que dejemos de fracasar al intentar no pisar las líneas de estas sin mirarlas. Se desnudan para arropar a las hormigas y hacen enojar todas las mañanas al viejo de al lado, que con su columna espiraleada luchará con su ecoba o rastrillo por despejar la vereda. Es como si los marrones se aliaran con un sol más cansado y en conjunción con el viento hicieran bailar a las hojas, secas de lo que fueron.

Le podrán decir que el otoño es triste, nostálgico, solitario como el tronco que ahora se encuentra sin su verde compañía, y tendrán razón. Pero cuántos otoños robó en verano para manchar las hojas de su libro preferido, o del libro más viejo. Pero cuánto tiempo lo has esperado para tan sólo probarte la bufanda que tejió tu abuela, usarla una o dos veces y esperar la siguiente estación, esta viene con vacaciones. El otoño es otoño porque lo es, consecuencia de un tiempo que no duerme y un sur que a veces tiene sus cálidos. Sin embargo los colores más cálidos están ahora, será cuestión de abrigarse y salir a pintarlos.

Esperará con ansias que el árbol de enfrente quede solo, por ahora una chocolatada, una ventana y un sol que parecerá aún más viejo cuando crujan las veredas sin flores.

lunes, 23 de marzo de 2009

Nos acordamos.


Hablé de acción, de terror, de comedia, drama y lo restante. Hablé cuando quise y cuando no, como hacemos todos. Hablé cuando tuve y cuando no tuve también. Hablé en silencio, lo cual fue mas propicio. Hablé para luego hablar de ello. Hablé para formar un inevitable pasado, para afirmar la subjetividad, la raíz del árbol. Para que el presente conmemore lo dicho, ya ves y vimos que la nostalgia y la melancolía resultan muy interesantes en nuestra condición de seres humanos, el ser trascendental y temporal, en andá a saber dónde, parece entretenido. Hablaré en pasado entonces, voy a contar cuando de chica quería marcar todo el recorrido de mi casa a Carrefour con un rollo de papel higiénico, creyendo que este alcanzaría incluso para atarlo en la reja de ambos extremos. O cuando creía que los carteles publicitarios que tenían sólo un número telefónico pertenecían a alguna mafia o asociación anónima para ayudar a los adictos. Hablé de ello unas pocas veces, ahora se ve que al recuerdo se le han añadido algunas sensaciones de vergüenza, pero lo asumo, lo asumo. Como pude asumir al fin que la mancha que tengo en la pierna es de nacimiento, y no de la suciedad de una gota de chocolatada que jamás se fue. "Antojos" dijeron alguna vez, gracias a algo jamás lo creí como tal. ¿Y ahora entonces? Hablando en un tiempo presente hago reverencia a la memoria, ya vemos como se toman de la mano los minutos, horas, años y épocas que nacen y otras que maduran, transforman, etc. Una línea de tiempo ondeada de tanto en tanto... Hablé de esto, tal vez así fijé algunas cosas, fomenté algunas otras, regué algunas plantas, transplanté otras, y guardé semillas que ya se pudrieron. Vestigios han quedado, por algo son vestigios, historia es la que sirve entonces. Cómo me ayudaron los tiempos verbales y las palabras que se fueron y que no; las que callé, las que dije, las que dejé madurar junto a las semillas de sandía que jamás germinaron. La lluvia hizo lo que pudo, lástima que no me dejé limpiar y regar del todo a pesar que hablé, hablé y hablé.
"Quedate tranquila que la humedad se concentra y el agua es un círculo" gracias a algo, nuevamente, hablaron los demás.

domingo, 15 de marzo de 2009

Plutón y Mercurio.

Siempre quiso, pero nunca lo experimentó realmente. Lo imaginó y no lo concretó. Aires de deseo respiraba por las noches, y a la mañana, la luna. Se tuvieron unidos por el cable a tierra que de uno de ellos nacía. Pero al mismo tiempo el otro se descalzaba para tocar algo de la tierra mojada por el rocío, mientras intentaba cortar aquel hilo, y lo logró. Y volvió a las mañanas, y cuando la otra parte lo buscó, ya se había escondido tras alguna roca, y el otro respiraba entre árboles y montañas, mientras que su opuesto complemento (increíble pero no) contenía algo de oxígeno de la última noche de iniciativas y el querer querer. Seguía con esa maldita manía de acercarse al sol. Probó en otros planetas, pero soportó poco, algo así como una primavera del año pasado. Pensar que hablaron tanto de las inmensidades que terminó perdiéndose en las palabras que las describieron. Y ahora uno con un astro nuevo día tras día y el otro siempre con el mismo, evidentemente no es lo que se quería. Recorre pero no se halla. Le gustaría volver a encontrar los aires y las palabras, pero se ve que siempre se dejó en ese deseoso “gustaría”. Durmió en letras que se tomaron por astros y el espacio es tan grande que ahora sin atmósfera lo busca. Imaginando una merienda sobre Marte, sirviendo café sin tazas en movimientos adormecidos. Los imanes se atraerían igual, los polos fueron opuestos después de todo. Se buscaron. ¿Y ahora? Al otro le gustaría encontrar, pero todavía no lo ha hecho consigo mismo. ¿Vendrá?

lunes, 9 de marzo de 2009

Consuelos personales

Pensar que siempre renegué de los creyentes en el destino, de los que afirman “Y si pasó fue por algo”, “Ves que algunas cosas pasan porque tiene que pasar” o “Y tenía que morirse sí o sí pobrecito”. Siempre opté por aceptar que las cosas suceden por las acciones del hombre, así simple y sencillamente. Causa y efecto peleando por un lugar en un círculo de vida. Un punto de vista, una mirada subjetiva del asunto. Y así fue que replanteándome todas estas cosas vi como te ibas alejando con tu bicicleta de la vereda de mi casa. Te miré hasta que doblaste la esquina. Me había quedado con esa sensación de insatisfacción que aparece cuando uno no termina de decir todo lo que le gustaría haber dicho. Por eso apenas doblaste, me acerqué hasta mi calle, miré hacia ambos lados. No había ningún auto, era uno de los domingos más tristemente tranquilos del año. Entonces me dije a mi misma que si dentro de los cinco segundos siguientes a tu partida pasaba un auto, era porque regresarías y me dirías lo que quería escuchar; si por el contrario el auto no pasaba era porque nada había para decir. Conté hasta cinco y no pasó ningún auto. Me di media vuelta y cuando estaba por girar el picaporte me gritaste. Giré de un modo falsamente desinteresado, y te miré, no dije nada. Detuviste la bici y apoyaste un pie sobre la vereda, me miraste, agarraste tu mochila y de ahí sacaste el CD de música que te había prestado hacía unas semanas. Me acerqué. Y nos reímos juntos unos segundos. Cerraste la mochila y levantaste el pie, apoyándolo posteriormente en el pedal. Y te fuiste, doblaste nuevamente. Sólo unas meras risas. Entré a mi casa agradeciéndome la ausencia de un auto dentro de esos cinco segundos en los que parece que el tiempo se para o que los sonidos son menos fuertes.
Consuelos personales, es tan difícil deshacerse de ellos…

domingo, 8 de marzo de 2009

Razas de canarios


De todas las aves, preferiste ser el canario, debe ser por su popularidad y su limitada vida en estado salvaje en comparación con los demás pájaros. Seguramente se deba a que se hallan en todo el mundo, rodeados de casas de alambres que debilitan sus alas. Casas que hacen creer que el sol tiene sombras horizontales, verticales o diagonales, que vive enjaulado, y cuando las nubes salen, éstas son ralladas o en su color se dibujan las formas de algún segmento ondeado, cuyo motivo puede ser de lo más variado. Y el mundo no es uno, sino muchos, y los rincones son pocos, los amigos también. Pero así lo quisiste, te dimos a elegir pero siempre te gustó este tipo de segmentación, preferiste diferenciarte de los demás canarios por el solo hecho de creerte diferente. Mirá que te dijimos que raza hay una sola, pero no. Hablaste de otras veinticinco razas más aproximadamente, diferenciadas por su plumaje, su color, tamaño, duración de vida, origen, y otras diferencias más.
Siempre supimos que con uno bastaba, pero te gustó sumar. Y ahora vos enjaulado... Te comprendo se pierden detalles cuando hay obstáculos que no permiten tener una vista amplia de tu alrededor. Sin embargo yo me doy toda la vuelta una y otra vez, y si quiero vuelo sin ser pájaro, y si querés te hago compañía un rato. Pero prefiero apreciar las aves desde acá abajo y mantener la utopía del volar mismo, así también como la del amor.
Y ahora entiendo, nunca descarté que para volar había que tener alas como las tuyas,pero ya ves pueden atrofiarse , en cualquier parte del mundo. Por eso hoy me levanté, te abrí la puertita para que salgas, para que vueles, no me importó que mamá se fuera a enojar conmigo después. Te ofrecí libertad. Me miraste por unos segundos e inmediatamente subiste al palito de arriba de todo y ahí te quedaste. Trabé la puerta con otro palito que encontré al lado mío para que quedara siempre abierta, pero al día siguiente seguías ahí. Bajé tu casa al pasto con vos mismo adentro, y me subí el vestido hasta las rodillas para poder sentarme bien, te puse enfrente y me quedé mirándote por mucho tiempo. Puse los brazos hacia atrás y miré al sol, pasó una bandada de no se qué raza, vos moviste un poco las alas, yo esperanzada sonreí pero te diste media vuelta y la seguiste con los ojos. Ojos divididos que miraron siempre al oeste.

martes, 3 de febrero de 2009

El otro día, allá.

Noelia: - Benditas metáforas. Bendito ese poder de asociación que tiene el hombre, la razón. Esa posibilidad de comparar, de parecer, de pensar. Bendito el poder expresarlo, el poder callarlo, el intentar indagar y descubrir. Bendita intuición. Bendita imaginación. Bendito poder que genera dudas, ambigüedades y desconciertos. Bendita la creación de preguntas y respuestas que no se saben y se saben y no y si. Benditos los árboles, el agua, el aire. Benditos los amigos, la familia. Bendito los soles que se ven desde la Tierra. Bendita la trasgresión. Bendito el amor que está por encima de todo. Benditos los que se murieron y dejaron un legado. Bendito el poder escribir lo que uno no se anima a decir. Bendita la poesía y las películas. Bendita la música y los sueños. Bendita esa tarde en el Sur. Benditos los cuentos y libros que entretuvieron. Bendita la voluntad de poder. Bienaventurados los que se animaron y aún animan a decirlo. Benditos los valores que te hacen sentir mejor. Bienaventurados los que ayudan. Benditas las palabras que maravillan. Benditos los dibujos y pinturas que te generan algo. Bendito vos que me estás escuchando.
Rodrigo: - Bendita el agua de la Iglesia.
Noelia:- No me parece…
Rodrigo: - A mi tampoco, che la re flashas..
Noelia: - Sí, si…

Se levantaron del pasto, se dieron unos besos, él la acompañó hasta la puerta de su casa y luego se tomó otro colectivo. Ella subió a su pieza, prendió la luz, abrió el cajón, tomó un cuaderno cuadriculado y dibujó la cara de Rodrigo siguiendo el tramado de los cuadraditos de medio centímetro.

Soles hogareños


No sabía que algunos años, después de mucho tiempo, podían convertirse en tan sólo segundos. Es como si los momentos se redujeran, otros se borraran y lo que costó mucho, ahora se volviera liberación. Fueron un montón de años los que se sucedieron, pero hoy ya ves, acá, no pudiendo expresar ni un cuarto de lo que afirmé haber sido “Uno de los mejores momentos de mi vida”. Gracias a vos (no a Dios), las puertas de casa siempre se rompieron, las manijas siempre fallaron, las golpeamos tan fuerte que se salieron del marco vaya a saber uno cuántas veces. Y es un “Gracias”, porque no cerramos nada para siempre, las llaves siempre se perdieron. Ahora, ya un poco más grandes todos, conservamos algunas, pero no tenemos muchas ganas de darle las dos vueltas, preferimos mirar por la cerradura y que la rendija quede abierta. Porque cuando eso pasa es como tener al sol dentro de casa, se forma ese haz de luz, un hilo de sol. Y se extiende hasta las baldosas, y a la mañana son casi blancas, y a la tarde las tiñe del color sangre, la cual despoja mientras muere. Y esos soles duraron años, en segundos.
No sabía que el día duraba tan poco mientras pasaban los años.

sábado, 31 de enero de 2009

Yo también.

Y al final de cuentas obtuvo por conclusión que había estado pintando el cielo raso con los deseos de…, no era querer, sino el querer querer. Que no fue amor, sino ganas de sentirlo. Que nunca miró una película adentrándose en la trama, sino sabiendo y afirmándose constantemente que era un conjunto de actores dramatizando lo irreal. Que si alguna vez sintió querer, jamás lo dijo en su momento. Que a pesar del arrepentimiento, siempre es bueno el irremediable recuerdo.
Que cuando lo abrazó por primera vez fue por instinto, fuerza de la carne. Que las verdades que sinceró fueron las menos significativas e importantes. Que al fin y al cabo jamás se había reído a carcajadas. Que nunca se había enojado realmente. Que todos los intentos de llanto se quedaron en el intentar esporádico. Que los largos sueños que había tenido duraban apenas minutos en su relato, y se creyeron como tal. Que con más facilidad le podía caer mejor a otra gente, tal vez por ello sus concepciones más íntimas siempre quedaron en las siestas de las cuatro de la tarde. Que su pieza siempre fue oscura desde que había pintado el techo. Acumulación de años. Que la lluvia arruinaría todo si decidiese cambiar el cielo. Que prefería la crema celeste cuando iba a la heladería, a pesar de que el resto de la gente le dijera que era igual a la crema común pero con la añadidura del colorante. Que sus deseos de iniciativa quedaban escondidos tras las letras. Que todo el poco querer se guardaba tras ojos que pocas veces miraron fijo. Mirada indiferente que creaba algo en cada parpadeo, tal vez. Que de esos hay muchos. Que de esas también. Que a pesar de su gusto por los puentes, aquel le daba miedo. Que a pesar de cruzarlo, ahí estaba. Que a pesar de querer decirle lo que pensaba, callaba. Que siempre hubo más silencios incómodos que propicios. Que a pesar de parecer triste, no lo fue. Que por más de negarlo, seguía estando por alguna ínfima razón considerable. Tal vez dulces contradicciones. Tal vez soledades inquietas. Peculiaridades de ambos, o de uno. Tal vez el sol... Que jamás entendió su gusto por los pájaros y el sol. “Son pájaros y es sol, listo”. Que los mismos parecidos hundieron el puente. Porque el que destruye puentes, crea precipicios. Porque contribuyeron a esas crueldades que a veces tiene el tiempo, les jugó a favor y en contra, como lo hace de costumbre."El tiempo lo cura(...)". Frase no propicia. Porque cuando expresó un “Te quiero” seguramente significó un “Yo también”. ¿Y ahora el tiempo?
Sigo esperando enamorarme.

jueves, 15 de enero de 2009

Algo momentáneo.


El perder y valorar lo perdido después de tiempo fueron las causas de su insatisfacción de aquel jueves a la tarde. Acostada en su cama, contando la cantidad de estrellas que tenía pegadas en su techo, pensaba en la inconstancia de las cosas. Cosas que se construyen, se gestan en períodos continuamente discontinuos. Analizaba, además, a la sucesión del tiempo, su presente, y dependientemente su pasado. Y en verdad… ¡Todo gracias a él! Tiempo que se fue y que queda, que murió y revive permanentemente. Subjetividades volaban a cada parpadeo, a cada latido, a cada estrella.
Frases pensadas y jamás logradas. Otras jamás dichas. Un “Te extraño” que ahora era “extraño Te” (a la última palabra podría agregársele un acento, por qué no). Terminó de contar estrellas y el arrepentimiento acabó por ser simplemente momentáneo, como la mayoría de las alegrías y las verdaderas tristezas y enojos. Entonces tomó todo su pelo y lo colocó sobre uno de sus hombros, se dio media vuelta y quedó frente al piso, apoyando su cuello en la almohada. Fijó su vista y la concentró en una sola baldosa y con su dedo índice sobre ella, dibujó espirales de adentro hacia fuera, de afuera hacia adentro, y cerró los ojos, pero no detuvo el movimiento de su mano. Y los recordó nuevamente; imágenes corrieron en su mente a toda velocidad, como la filmación de una autopista oscura en cámara más que rápida.
Abrió los ojos de inmediato, detuvo su dedo. Ahora lo colocó sobre el centro de la baldosa “espiraleada” y lo picó de modo reiterado durante varios segundos, en los que pensó en árboles, en puentes, en abrazos, en películas, en avenidas, en dibujos, en bailes, en alegorías, en abuelos, en perros, en gatos, en fiambres. Y no pestañó ni una vez por otros varios segundos más, hasta que sus ojos se hicieron vidriosos, pero no lo suficiente como para construir otra cosa, otra lágrima. Comúnmente al aire se le añaden cosas feas o cosas demasiado, demasiado lindas para que te piquen al límite del llanto.
En fin pestañó por lo que antes no, sacudió su cabeza, y liberó su pelo nuevamente. Se levantó de la cama y se sentó junto a la almohada, y fijó su mirada al horizonte (creo que eso quiere decir algo así como “una mirada perdida”). Y pensó en llamarlos, pero sabía que los seguía teniendo. Podía hablar y tocarlos cuando decidiese marcar un número o caminar a destino. Por eso lo postergó. Error. Nos encanta errar. Puedo ser una especie de narradora omnisciente, que seguramente es lo primero que vendría a la mente, pero también puede relatar de modo detectivesco, siempre afirman en casos hipotéticos, sería mejor a modo de interrogación, pero no, se creen demasiado certeros. También puedo ser la misma de la baldosa, de las estrellas. O el deseo mismo de ella de escribir un algo. Puedo ser muchas otras cosas, que las pienso pero se van muy rápido, o tal vez quieran quedarse pero las evado simplemente para seguir escribiendo un poco más. Constante negación de la iniciativa humana. Deseo de iniciativa que nos gusta conservarla como tal, deseo. La palabra nunca incluyó un verdadero querer.

Se levantó de la cama, fue hasta el comedor. Prendió la televisión. Se desplomó en el sillón que se colocaba frente a él. Con el control remoto en su mano izquierda y el sonido de fondo de una película alemana, miró hacia la ventana. Observó la soledad del sol muriendo.
Lloró por ambos.

lunes, 12 de enero de 2009

Como el sol.


A pesar de ser verano los aires seguían pareciendo primavera. A pesar de que parece siempre el mismo, desde acá se ve que es diariamente uno nuevo. A pesar de aparecer todos los días, se muere todas las noches. A pesar de que te peleo, te quiero, y te lo digo a pesar de que ya lo sepas. A pesar de que parezca que muchas cosas de las que digo son personales, la gran mayoría son dependientes, de vos, de papá, de la tele, del pasado. A pesar de que esa vez parecía despreocupada, estaba llena de miedos. A pesar de que te confesé que para llorar necesitaba inventarme una historia ajena, sumergirme en una especie de película, o corto, por unos segundos y ahí descargarme, vos ya lo sabías desde mucho antes de la confesión. A pesar de reprimir, sublimo. A pesar de hablar mucho tiempo, es más lo que callo. A pesar de parecer despierta, es más lo que duermo. A pesar de hacerme la realista, sabías que prefiero evadir lo que consideramos como tal. A pesar de haber estado rodeada de un grupo de personas que me caían muy bien, siempre había (hay) un momento en el que prefería estar sola. A pesar de haber hablado con seguridad y confianza, hubo momentos en que eso no fue más que lo contrario de lo que sentía. A pesar de mis mentiras, mis verdades.
A pesar de mi estabilidad, siempre fui sentimentalmente nómade cuando el sol moría.

domingo, 11 de enero de 2009

¿Pérdida?

Pensaba que era una preocupación la que compartíamos. Pero ayer me di cuenta que no. Era solo mía. Intentos de algo fueron los que se dieron, y no dieron al mismo tiempo. Es raro, nunca pensé sentirme así de mal, pero acá lo ves, o tal vez no lo veas. La verdad no lo sé del todo bien, entre suposiciones y afirmaciones estoy como flotando. Y me sujeto sobretodo a una, una desilusión. No te acuso de ningún pecado mortal, claro que no, era sólo confesión lo que te pedía. Pero no... Y es tristeza sobre la que me paro, es muy raro creo que no me había pasado últimamente. Y todo esto es porque te quiero mucho, más de lo que pensaba.
Perder y valorar en círculo, supongo que eso es lo ambos sentimos, creo… ¿Ambos? Lo que antes era chiquito ahora se hizo grande, hubiese preferido conservarlo en su tamaño original, pero optaste por agigantarlo, por lo menos dentro de mí. Me resulta casi increíble pensar en este tipo de metamorfosis sentimental. Antes era querer, ahora tan sólo ganas de haberte querido más. Sumaste vos, yo resté, y las pocas veces que quise multiplicar en estos días, obviamente dio menos.
Hoy, haciendo una especie de análisis casi involuntario, me di cuenta que eras de esos que uno tiene como “intocables”, la mayoría aún lo considera, parte de mí lo sigue haciendo, todavía no se muy bien que parte. Es así, vemos (viste), debe ser la contradicción que casi puede clasificarse como necesidad básica del ser humano. Y ahora es como si me costara aferrarme a los recuerdos, pero me aferro. Es que ahora te transformaste en recuerdos. Es que ahora, diariamente, me siento como el personaje de Dolina, el eterno poeta Mandeb que esperaba el tren que PARECÍA jamás llegar. A pesar de todo espero, porque las ganas de querer siguen quedando. Y perdón por la crudeza de mis palabras, vos sos de esos que conocen mi poca sutileza en casos como estos. Pesar que tantas veces te conté de ella, y juntos nos reíamos. Pensar que jamás pensé en vivirlo con vos, y ahora me río con otros.
Tal vez en alguna tarde, de algún día, el presente testimonio tome forma y presencia casi física y viaje sobre algún Fiat 600 (y mirá que soy muy mala para estos tipos de datos) y cruce lo más rápido posible la calle de desilusión que seguís pavimentando.

lunes, 5 de enero de 2009

Prueba uno.

Tengo una incomodidad que vengo sintiendo desde hace ya algunos días, y siempre termino acá. Me resulta tan confortable taparme entre estas palabras, es como cuando te cubrís los pies a mitad de una noche de invierno. Siento como una pesadez, me duele la mandíbula (me pasó desde siempre), me molestan los dedos… Y siempre fui tan mala para expresar mis sentimientos de modo ligero, simple y rápido. No puedo y aquí es donde me hundo. Tengo mucho calor y necesito refrescarme entre letras. Y a decir verdad, no me interesa buscar las más apropiadas (tampoco se si eso es posible), así es como están fluyendo, se escapan de la yema de mis dedos, corren como quisiera hacerlo yo en este momento. No se por qué. Por qué no puedo ir, decir y decidir, ahora, instantáneamente. Y estos son los minutos en los que los vientos soplan más fuertes que nunca formando olas gigantescas, y el cielo se pinta de azul ultramar, y yo mojada quedo totalmente sumergida. Llego casi hasta lo más profundo, pero como siempre la presión me devuelve a la superficie, superficie que claramente me he creado yo misma gracias a la comodidad, ignorancia y conformidad que siempre me han acompañado. Ni siquiera puedo explicar de modo casi completo la razón de mis escritos. Palabras conjuntas sin significado relevante en estos casos tales en que el aire se torna más denso, la respiración más rápida y el calor más presente. Qué se yo, no sé, no sé… Pero de vez en cuando sé algunas cosas, me siento segura unos cuantos segundos, puede ser que ellos se pasen muy rápido, pero se suceden, indefectiblemente. Porque como bien sé, no todos los segundos son iguales. Están esos que parecen jamás terminar, esos que se repiten (y si se repiten por la simple razón de la subjetividad temporal), están esos que se olvidan apenas finalizan, esos que se congelan, esos que parecen jamás suceder y también existen de los que parecieron jamás ocupar lugar. Segundos que reflejan las contradicciones personales, sus miedos, su pasado, su presente y por qué no su futuro ( el lector puede sacar deducciones, son subjetivas, ya lo sabe). Segundos que forman un todo. Segundos que no lo son, o que si. Segundos en lo que podrás haber sentido lo mismo que yo. Tal vez segundos en los que mi casi fin solidario se haya hecho realidad de algún modo en quien desmenuce oraciones.