domingo, 15 de marzo de 2009

Plutón y Mercurio.

Siempre quiso, pero nunca lo experimentó realmente. Lo imaginó y no lo concretó. Aires de deseo respiraba por las noches, y a la mañana, la luna. Se tuvieron unidos por el cable a tierra que de uno de ellos nacía. Pero al mismo tiempo el otro se descalzaba para tocar algo de la tierra mojada por el rocío, mientras intentaba cortar aquel hilo, y lo logró. Y volvió a las mañanas, y cuando la otra parte lo buscó, ya se había escondido tras alguna roca, y el otro respiraba entre árboles y montañas, mientras que su opuesto complemento (increíble pero no) contenía algo de oxígeno de la última noche de iniciativas y el querer querer. Seguía con esa maldita manía de acercarse al sol. Probó en otros planetas, pero soportó poco, algo así como una primavera del año pasado. Pensar que hablaron tanto de las inmensidades que terminó perdiéndose en las palabras que las describieron. Y ahora uno con un astro nuevo día tras día y el otro siempre con el mismo, evidentemente no es lo que se quería. Recorre pero no se halla. Le gustaría volver a encontrar los aires y las palabras, pero se ve que siempre se dejó en ese deseoso “gustaría”. Durmió en letras que se tomaron por astros y el espacio es tan grande que ahora sin atmósfera lo busca. Imaginando una merienda sobre Marte, sirviendo café sin tazas en movimientos adormecidos. Los imanes se atraerían igual, los polos fueron opuestos después de todo. Se buscaron. ¿Y ahora? Al otro le gustaría encontrar, pero todavía no lo ha hecho consigo mismo. ¿Vendrá?

No hay comentarios: