miércoles, 28 de octubre de 2009

Adiós


Mares de soles, cielos de pájaros, algunas pequeñas montañas de flores amarillas fundiéndose en su complementario, y un perdón por el dramatismo y el creerte dueño de mí por esos segundos de regocijo.
Seres independientes pendientes de compañía, jugando a querernos más de lo que ya fuimos. Jugando a contornear lo abstracto con los pies cuando aparece la vida tras la ventana. Pareciera que nos vamos achicando y somos absorbidos por la luz que se lleva todo lo negro. Y se lleva también las escondidas en las sábanas, los roces y los abrazos de memoria, abrazos de frío. Es como si naciésemos devuelta, conociéndonos un poco menos. Siluetas que se funden y se separan, y se juntan y se enlazan y se separan… Tan sólo pares de pies en la ventana, evadiendo cinco defectos de las extremidades y entrecerrando los ojos para no ser tan sinceros.
Son las nueve de la mañana y al lado ya empiezan a refaccionar. La cortina nos avisa los sonidos urbanos. La puerta siempre estuvo abierta, y siempre, pero siempre, fue un soleado adiós, un chau no, un adiós. Todos los días sucedidos lo fueron. Ni la cuidad ni los días fueron testigos, ni siquiera nosotros. La vida dividida en escenas traducidas como ratos, traducidas como amor. Se ha tocado el vidrio pero no el cielo. Con los pies pero no con las manos. Tal vez lo que un tiempo negro, pero tampoco estemos tan seguros.

sábado, 24 de octubre de 2009

Árbol antiutópico

“Todas las dudas jóvenes mueren en la decepción de la madurez”. Te miré como comprendiéndote, como adhiriendo con tu postura, como defraudada por tus palabras. Callé unos segundos y balbuceé luego algunas onomatopeyas sin sentido, esos sonidos demás que lastiman la armonía del fluir. Miré hacia la ventana y volví a abrir la boca, esta vez opté por cerrarla casi inmediatamente. Prendiste un cigarrillo y ondulándote las puntas del pelo me dijiste con los párpados soberbios “Se quejan de todo, absolutamente, sin fundamentos, algunos andan escupiendo que la crisis la paguen los capitalistas. Son todos socialistas los pibes. Sin la más mínima noción de nada generalizan situaciones y afirmaciones de cualquier tipo. Agarren a Marx ignorantes, pero aprenda a leer y dense cuenta de quién fue en verdad!!” Me reí irónicamente, pero no fue un gesto entendido como tal. Burgués de la nueva revolución que no es ni siquiera garantida. Sus manos se entendían distendidas, sin callos y bien limpias. Dueño de los medios de comunicación que acallan pensamientos, ideas y hambre. Que acalla pobreza, marginación y desigualdad. Sus pestañas producían vientos violentos, no de esos que ocasionan los huracanes o lo sucedido previamente a algunas lluvias, un viento humanamente violento, más hiriente. Alcé mi mirada hacia la violencia injustificable de la injustificable, recorté su diario y armé uno mejor, con algunas propagandas hice pajaritos y con otras barquitos. No acabarás con el otro lado, mientras haya desigualdad, ni toda la historia podrá llenarnos de la derecha “luz”. Ubicados en el centro bonaerense, si nos dirigimos por esa senda terminamos en el Atlántico, ahogados de lo que fuimos. “Tomo la otra ruta, y remando contra la corriente. Al oeste, por favor.”
Le llevé los pajaritos y los barquitos, al día siguiente, pero el edificio era muy alto y el ascensor, unipersonal, siempre ocupado. Me senté en la puerta y junto a mi, otro joven. Lo miré, me sonrío con los ojos y ví como sus pies se adherían a la vereda, sus brazos se alargaban y crecían hasta la ventana y de su pelo nacía el más bello y claro follaje. Creció aún más que el edificio gigante, y jamás le dio sombra.

lunes, 19 de octubre de 2009



Que cruzando un puente tengo el sol a cualquier hora.

jueves, 15 de octubre de 2009

Un cielo civilizado


Tropezó y raspó sus rodillas contra la mezcla de asfalto y tierra seca. Miró hacia el sol, el cual intentó dejarlo ciego y debilitarle la nuca. Unas cuantas gotas resbalaron por su frente, y otras cuantas de sangre llegaron hasta sus pies. Lleno de ira delira contra la sociedad que lo oprime a la sombra. Sacude sus cabellos irregulares y tira para un costado su remera. Sostiene a su hermanita de ambas manos y caminan al mismo paso al son de timbales que retumban tras la Cordillera de los Andes. Mira hacia un horizonte sin meta, frunciendo el ceño y espejando en sus ojos armas, edificios y subtes a velocidad de la luz. La garganta le grita y él la calla. Golpea la tierra y golpea los vientos. Corre sin corazón y abraza nubes en el desierto. Se cansa y agranda su cuerpo unas tres veces escupiendo de tanto en tanto. Agotado cae hacia atrás y observa las nubes que tiñen el cielo con engranajes y botas de cuero. Una sola gota cae del cielo y él, sediento, abre la boca de su hermanita. ¡Qué bueno el cielo comparte sus riquezas!

lunes, 5 de octubre de 2009

Chivilcoy


Sopla el viento y la primavera se hace notar en su nuca ahora semi-visible, en su camperita verde con retazos floreados, y en el reflejo de sus lentes bicolor. La veo desde lejos, camina dando saltitos y sonríe para conseguir sonrisas, y lo logra, pero lo sabe a medias... pobre de mi loquita, loquita. Te dice un hola seguido de una imprecisa risa y mueve las piernas para ambos lados. Y a ella le encanta quemarse con esos rayos del sol, sueña y materializa ese gesto una y otra vez. Y la veo con esas ganas de no dejar caer una gota de sol entre sus dedos. Y cuando alguna de esas, rebeldes opositoras al sistema, intenta tocar el piso de madera, coloca baldecitos de colores. Tiene la pieza llenos de esos, algunos otros los tiene en la cocina y seguramente olvidó algún que otro en el sillón tras la puerta de su hogar. Tiene sed de luces y se inquieta por no ser una eterna noche muda. Lucha contra ella, y lucha contra lo que no hay, lo que no ejerce fuerzas visibles ni invisibles. Y habla de amores, y niega de amores.
Se de sus marcas y lo que piensa cuando mira de costado, y esa sombra que se contornea con el sol que asoma ahora tras la General Paz.
Los colectivos resultan ser los mejores oyentes y espectadores de una novelita diaria, rutinaria y simpática. Yo se de ella, más de lo que creemos cuando caminamos en filita cortorneando el cordón de las veredas, balanceando los brazos que bailan al son de alguna canción a medio saber, a medio tararear. Anticipo esos ocho minutos y medio, y bailamos en el blanco que fusiona nuestros colores. Alumbra de modo natural, esa un loquita, no sabe lo que da, no sabe lo que hace. Ve un chico con sol entre las manos, pero se ve gris. No te preocupes amiga, sabemos del tiempo, lo nuestro es siempre el pasado. No creas dejar correr las horas, lo hacen sin tu consentimiento. No intentes prender todos los postes de luz de la cuidad. Intentá con los ojos a medio cerrar mirando la luna cuando es muy de noche, vas a seguir viendo esos destellos de la infancia.Hay urbana, urbana … Ella quiere amor, busca querer y quiere mucho, esa loquita linda…