domingo, 28 de febrero de 2010


Vamos a dormir juntos, no te sientas incómodo, la almohada es una fiel amiga, testigo de nuestras transformaciones. Ya sabés que a la cabeza le encanta recordás más cuando está en su compañía. Y hablo de esos momentos en los que hay algo que se funde en una multiplicidad de colores y desde las ventanas el sol y la luna parecen amigos. Y hablo también de ese silencio que se transforma en un lenguaje independiente de todo, un idioma sólo nuestro, acompañado de todas las cosas significantes que jamás hablaríamos en voz alta y ni siquiera susurrándonos al oído…
Vayamos a soñar que ahí nos conocimos por primera vez. En aquellos tiempos emergentes de vida o de no se qué.
Vamos a agarrarnos de la mano muy fuerte, a correr por la vereda, a empujarnos en los pasillos, vamos a cansarnos de llevarnos puestos…
Vayamos a discernir sobre la vida, que te aseguro que puede ser perfecta con estos ojos que te vieron cerrados desde siempre. Y me dirás que no cuando yo te diga lo contrario y en dirección circular iremos a destiempo. Pero ya ves mi amor que las ciencias exactas son pocas y nosotros no sumaremos nunca dos. Pero todo es mentira mi amor y eso es una verdad indiscutible. Te aseguro que no tenés idea de lo genial que sos y lo difícil que se me hace creer que la gente se enamora de alguien que no seas vos. Y en verdad creo que eso no es una mentira en el amor.

martes, 1 de diciembre de 2009

Tempestad de sombras


Y ya eran como las dos de la mañana y el silencio peleaba por su lugar en los cables telefónicos. Imposible cuando las mentiras comienzan a gestarse y forman una sombra gigantesca de palabras y palabras escupidas, tristes, pero tristes sin sentido, no se trata de esa tristeza que resulta constructiva en los corazones frágiles de los vientos tempestuosos. Se trata de una tristeza que merece ser enviada al espacio, bien lejos, por ahí, bien cerquita del planeta y de las cosas más lejanas del universo. Ya preparó el cohete, está bien reforzado con las cosas que hirieron. Tocó la puerta (no el timbre) y luego la tumbó por completo con los enojos y las palabras entrecortadas por risas sarcásticas. Sonó estrepitosamente un fuertísimo ruido detrás de la autopista, temblaron las calles, el polvo bailó alrededor del sol hasta ocultarlo: eran los chistes sin chiste que desbordaron el recipiente del tiempo. Lo dicho para enojar se volcó por las tejas y tiñeron todas las casitas de una misma falta de color. Los gatos aparecieron todos de repente, insinuándose uno con los otros mientras doblaban la esquina de la avenida, tan perversos como persuadir ser estampida. Los pájaros repetían las sinceridades que nunca quieren ser escuchadas, de esas que también se escupen con un fin lucrativo, de esas que tienen como único fin hacer mal.
Ya se va todo para el espacio, no le puso luces, siempre es mejor a oscuras. Así resulto la situación, bien sombría como lo que nunca quiere mostrarse, como los caminos por los que vagan los vestigios, los pedazos rotos que terminaron por caerse en las palmas de la mano. Y ahora se ve cómo se van elevando en cámara lenta hacia el cielo con el fin de hacerlos desaparecer en ese lugar donde los párpados se cansan de fruncirse. Importante saber que no es merecedor de un gesto esperanzador… Y ahí se ve que vuelven a bajar. No corras, el relieve está demasiado deteriorado, disfrutaría verte caer nuevamente, lo disfrutaría del mismo modo que lo hacía cuando nos agarrábamos las manos entrecruzando los dedos. El amor puede habernos hecho y el mundo de las sombras habernos complementado.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Adiós


Mares de soles, cielos de pájaros, algunas pequeñas montañas de flores amarillas fundiéndose en su complementario, y un perdón por el dramatismo y el creerte dueño de mí por esos segundos de regocijo.
Seres independientes pendientes de compañía, jugando a querernos más de lo que ya fuimos. Jugando a contornear lo abstracto con los pies cuando aparece la vida tras la ventana. Pareciera que nos vamos achicando y somos absorbidos por la luz que se lleva todo lo negro. Y se lleva también las escondidas en las sábanas, los roces y los abrazos de memoria, abrazos de frío. Es como si naciésemos devuelta, conociéndonos un poco menos. Siluetas que se funden y se separan, y se juntan y se enlazan y se separan… Tan sólo pares de pies en la ventana, evadiendo cinco defectos de las extremidades y entrecerrando los ojos para no ser tan sinceros.
Son las nueve de la mañana y al lado ya empiezan a refaccionar. La cortina nos avisa los sonidos urbanos. La puerta siempre estuvo abierta, y siempre, pero siempre, fue un soleado adiós, un chau no, un adiós. Todos los días sucedidos lo fueron. Ni la cuidad ni los días fueron testigos, ni siquiera nosotros. La vida dividida en escenas traducidas como ratos, traducidas como amor. Se ha tocado el vidrio pero no el cielo. Con los pies pero no con las manos. Tal vez lo que un tiempo negro, pero tampoco estemos tan seguros.

sábado, 24 de octubre de 2009

Árbol antiutópico

“Todas las dudas jóvenes mueren en la decepción de la madurez”. Te miré como comprendiéndote, como adhiriendo con tu postura, como defraudada por tus palabras. Callé unos segundos y balbuceé luego algunas onomatopeyas sin sentido, esos sonidos demás que lastiman la armonía del fluir. Miré hacia la ventana y volví a abrir la boca, esta vez opté por cerrarla casi inmediatamente. Prendiste un cigarrillo y ondulándote las puntas del pelo me dijiste con los párpados soberbios “Se quejan de todo, absolutamente, sin fundamentos, algunos andan escupiendo que la crisis la paguen los capitalistas. Son todos socialistas los pibes. Sin la más mínima noción de nada generalizan situaciones y afirmaciones de cualquier tipo. Agarren a Marx ignorantes, pero aprenda a leer y dense cuenta de quién fue en verdad!!” Me reí irónicamente, pero no fue un gesto entendido como tal. Burgués de la nueva revolución que no es ni siquiera garantida. Sus manos se entendían distendidas, sin callos y bien limpias. Dueño de los medios de comunicación que acallan pensamientos, ideas y hambre. Que acalla pobreza, marginación y desigualdad. Sus pestañas producían vientos violentos, no de esos que ocasionan los huracanes o lo sucedido previamente a algunas lluvias, un viento humanamente violento, más hiriente. Alcé mi mirada hacia la violencia injustificable de la injustificable, recorté su diario y armé uno mejor, con algunas propagandas hice pajaritos y con otras barquitos. No acabarás con el otro lado, mientras haya desigualdad, ni toda la historia podrá llenarnos de la derecha “luz”. Ubicados en el centro bonaerense, si nos dirigimos por esa senda terminamos en el Atlántico, ahogados de lo que fuimos. “Tomo la otra ruta, y remando contra la corriente. Al oeste, por favor.”
Le llevé los pajaritos y los barquitos, al día siguiente, pero el edificio era muy alto y el ascensor, unipersonal, siempre ocupado. Me senté en la puerta y junto a mi, otro joven. Lo miré, me sonrío con los ojos y ví como sus pies se adherían a la vereda, sus brazos se alargaban y crecían hasta la ventana y de su pelo nacía el más bello y claro follaje. Creció aún más que el edificio gigante, y jamás le dio sombra.

lunes, 19 de octubre de 2009



Que cruzando un puente tengo el sol a cualquier hora.

jueves, 15 de octubre de 2009

Un cielo civilizado


Tropezó y raspó sus rodillas contra la mezcla de asfalto y tierra seca. Miró hacia el sol, el cual intentó dejarlo ciego y debilitarle la nuca. Unas cuantas gotas resbalaron por su frente, y otras cuantas de sangre llegaron hasta sus pies. Lleno de ira delira contra la sociedad que lo oprime a la sombra. Sacude sus cabellos irregulares y tira para un costado su remera. Sostiene a su hermanita de ambas manos y caminan al mismo paso al son de timbales que retumban tras la Cordillera de los Andes. Mira hacia un horizonte sin meta, frunciendo el ceño y espejando en sus ojos armas, edificios y subtes a velocidad de la luz. La garganta le grita y él la calla. Golpea la tierra y golpea los vientos. Corre sin corazón y abraza nubes en el desierto. Se cansa y agranda su cuerpo unas tres veces escupiendo de tanto en tanto. Agotado cae hacia atrás y observa las nubes que tiñen el cielo con engranajes y botas de cuero. Una sola gota cae del cielo y él, sediento, abre la boca de su hermanita. ¡Qué bueno el cielo comparte sus riquezas!

lunes, 5 de octubre de 2009

Chivilcoy


Sopla el viento y la primavera se hace notar en su nuca ahora semi-visible, en su camperita verde con retazos floreados, y en el reflejo de sus lentes bicolor. La veo desde lejos, camina dando saltitos y sonríe para conseguir sonrisas, y lo logra, pero lo sabe a medias... pobre de mi loquita, loquita. Te dice un hola seguido de una imprecisa risa y mueve las piernas para ambos lados. Y a ella le encanta quemarse con esos rayos del sol, sueña y materializa ese gesto una y otra vez. Y la veo con esas ganas de no dejar caer una gota de sol entre sus dedos. Y cuando alguna de esas, rebeldes opositoras al sistema, intenta tocar el piso de madera, coloca baldecitos de colores. Tiene la pieza llenos de esos, algunos otros los tiene en la cocina y seguramente olvidó algún que otro en el sillón tras la puerta de su hogar. Tiene sed de luces y se inquieta por no ser una eterna noche muda. Lucha contra ella, y lucha contra lo que no hay, lo que no ejerce fuerzas visibles ni invisibles. Y habla de amores, y niega de amores.
Se de sus marcas y lo que piensa cuando mira de costado, y esa sombra que se contornea con el sol que asoma ahora tras la General Paz.
Los colectivos resultan ser los mejores oyentes y espectadores de una novelita diaria, rutinaria y simpática. Yo se de ella, más de lo que creemos cuando caminamos en filita cortorneando el cordón de las veredas, balanceando los brazos que bailan al son de alguna canción a medio saber, a medio tararear. Anticipo esos ocho minutos y medio, y bailamos en el blanco que fusiona nuestros colores. Alumbra de modo natural, esa un loquita, no sabe lo que da, no sabe lo que hace. Ve un chico con sol entre las manos, pero se ve gris. No te preocupes amiga, sabemos del tiempo, lo nuestro es siempre el pasado. No creas dejar correr las horas, lo hacen sin tu consentimiento. No intentes prender todos los postes de luz de la cuidad. Intentá con los ojos a medio cerrar mirando la luna cuando es muy de noche, vas a seguir viendo esos destellos de la infancia.Hay urbana, urbana … Ella quiere amor, busca querer y quiere mucho, esa loquita linda…

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Silueta


Apoyá tu cuerpo en la ventana que quiero recordar tu contorno. Me enamoré de la forma. Te quise ahí en contraste de todo. Ensombrecido como siempre. Eras amigo del sol. Los destellos cosquilleaban la retina y movías las extremidades lentamente, como bailando en la viscosidad de los enlaces del hidrógeno y los oxígenos. Te hacías agua de vez en cuando y río para regalar reflejos infinitos. No prendíamos nunca la luz, porque llamabas a la luna golpeando dos veces el vidrio cuando morían las luces, prediciendo siempre esos ocho minutos y medio. Y cuando el calor era incontrolable, un abrazo. Y nunca mentiste hablando en “tiempo real”. Siempre supimos del pasado y de las luces. Mentíamos atardeceres y siempre afirmamos en sentido negativo. Vos, sombra de albas y ocasos. Perímetro de una invención más del sol.
Ahora se ve la luna, la tenemos acá no más, recostate un poco más, que de noche tu perfil crea relieves en la casa.

viernes, 21 de agosto de 2009

Los perros aprovechan mejor


Te vas de a ratos, y en tu ausencia te hacés más fuerte, más débil, más confuso, menos necesario, más capricho. Esos ratos menos deseables, más llenos de esperanza, más deseables de un fin. Y cuando volvés, sos menos vos. Seguí yéndote que va a quedar la nada. Sigo yéndome que voy a ser la nada.
Y seremos aire contaminado por querer querer y no necesitarnos nunca.

viernes, 7 de agosto de 2009

Los ocasos de la autopista


Se esconden. Nos tocan el hombro y corren desvaríos por las lomadas de la autopista. Se ríen de nosotros y se sientan en nuestras cabezas mientras actuamos su inexistencia. Y si estuvieras acá pesarían un poco menos, serían un poco menos… Empezaría por dejar de buscarles forma y capacidades humanas. Y te fuiste, y ahora los perros son menos amigos, los gatos más perversos y egoístas, las avenidas porteñas menos enigmáticas. La noche más muerta. Y el sol, menos vivo en sus horas.

Ellos siguen corriendo por la autopista, molestan a los peatones y se sientan de vez en cuando en el parabrisas de los camioneros, y cuando te ven saltan furiosos sujetándose a tus rodillas. Creo que pueden ser rojos, anaranjados, y se destiñen en el negro. Son diariamente distintos. Y cuando las grises nubes, cual tropas estadounidenses marchan en líneas rectas para matar al sol, se multiplican y al son del choque entre nubes te persiguen. La soledad deja de ser el refugio y corremos a buscarte. Pero te fuiste, te fuiste con ese sol del mediodía. Te escondiste para siempre en el minuto sin sombras...Todavía queda el de la mañana, más tenue, más bajo, más joven, reposando en los persistentes hombros de Elena que mira siempre hacia el oeste.