viernes, 21 de agosto de 2009

Los perros aprovechan mejor


Te vas de a ratos, y en tu ausencia te hacés más fuerte, más débil, más confuso, menos necesario, más capricho. Esos ratos menos deseables, más llenos de esperanza, más deseables de un fin. Y cuando volvés, sos menos vos. Seguí yéndote que va a quedar la nada. Sigo yéndome que voy a ser la nada.
Y seremos aire contaminado por querer querer y no necesitarnos nunca.

viernes, 7 de agosto de 2009

Los ocasos de la autopista


Se esconden. Nos tocan el hombro y corren desvaríos por las lomadas de la autopista. Se ríen de nosotros y se sientan en nuestras cabezas mientras actuamos su inexistencia. Y si estuvieras acá pesarían un poco menos, serían un poco menos… Empezaría por dejar de buscarles forma y capacidades humanas. Y te fuiste, y ahora los perros son menos amigos, los gatos más perversos y egoístas, las avenidas porteñas menos enigmáticas. La noche más muerta. Y el sol, menos vivo en sus horas.

Ellos siguen corriendo por la autopista, molestan a los peatones y se sientan de vez en cuando en el parabrisas de los camioneros, y cuando te ven saltan furiosos sujetándose a tus rodillas. Creo que pueden ser rojos, anaranjados, y se destiñen en el negro. Son diariamente distintos. Y cuando las grises nubes, cual tropas estadounidenses marchan en líneas rectas para matar al sol, se multiplican y al son del choque entre nubes te persiguen. La soledad deja de ser el refugio y corremos a buscarte. Pero te fuiste, te fuiste con ese sol del mediodía. Te escondiste para siempre en el minuto sin sombras...Todavía queda el de la mañana, más tenue, más bajo, más joven, reposando en los persistentes hombros de Elena que mira siempre hacia el oeste.

miércoles, 5 de agosto de 2009

De esas novedades utópicas


Y sin sujetarnos de las manos nos sumergimos a un mundo de letras, sólo letras, y el sujeto crítico resurgió, renació, abrió mares sin provocar olas, sin destruir playas, sin causar muertes. Y la imagen fue poco a poco ubicándose en el segundo plano de las cosas. Se desfiguró frente al espejo, derramándose en los costados secundarios del corazón. Y discernir fue más fácil. Amar también. Vivir también. Llorar más práctico… Y nos conocimos más, más fundamentados, menos tapados. Así de utópicos hoy en día. Muchas caras se desvanecieron durante las madrugadas en las correntadas de las avenidas porteñas. Se escuchaban sus suspiros agonizantes, que atravesaban nuestras rendijas convirtiéndose en fortaleza. Y los sueños fueron más sueños, mas fortuitos, más largos y memorables. Y las almohadas angustiadas, melancólicas por volver a ser las fieles compañeras de llantos y confesiones reprimidas de las personas. Y las personas más personas, volando todas por puentes de colores, colores puros, fusionados, teñidos de sentido. Y se entendieron más las cosas, los caballos fueron más sucios, los cuerpos más cuerpos, y los sonidos en su estado puro danzaron por el campo y la vigente, diariamente eterna ciudad. Tu corazón se convirtió en racimo de uvas y tus manos en ramas blancas que naturalmente se aferraron al sol. Y la historia continuó siéndolo. Y mientras volabas por los puentes pensabas en las letras de hoy, que fueron manos secas de ayer, y la paz de tu pensar que fue guerra de guerras.