miércoles, 15 de julio de 2009

Confesiones

Noelia: - ¡Ha llegado el fin! Cansada estoy de escribirte y escribirte y escribirte para que jamás te enteres de nada. Para que jamás entiendas ni una de las incontables metáforas que introduje en los cuentos que a vos te pertenecen. Y hoy ya terminé de subir la escalera, y me encontré con esa desilusión del final del deseo, de la concertación de las esperanzas, de haber alcanzado lo añorado con el corazón. Y me hallé ahogada de letras, tuyas, todas tuyas, y si las pudiese tomar con la sopa, bueno vaya y pase, pero no, no hay caso, no se van eh. ¿Qué hago? Escribo en tu ausencia eterna y ahora tal vez esté acabando con ello, tal vez. Esa maldita incertidumbre…la misma que me llevó a contornear cada una de las palabras. ¡Textos te hice! Nunca los dije, hasta hoy. Ya llegué al último escalón, y ahora... ¿Ahora? No se, este es un conjunto de palabras, es como si me las hubieses dictado, me ahogan, te las cargo todas a vos, siempre tuve ese egoísmo del que me es imposible deshacerme, del que te es imposible abrazarte. Por vos lo digo eh, sabés que es así. En fin, ahogate en ellas, seguramente vaya a tragar un poco después. Cuando las horas lloren Rodrigo.
Ro, ahora voy a cerrar los ojos y vos vas a abrir los brazos, y no va a ser para escupir uno de tus abrazos, sino para llevarte las letras. Ya preparé el caldo, vos si te las podrías tomar, o mejor aún, zambullirte en él, ahora que es invierno.
Hace rato estoy hablando eh, ya sabés esa manía que tengo de tratar de justificar y explicar cada uno de mis actos, aunque sea con esa constancia imprecisa y a veces estúpida, esa facilidad de encontrar palabras que son odiadas por los silencios. Las palabras y los silencios, los cronopios y las famas… Y me quedan estas irremediables palabras en cocción, a la una, a las dos y a las….tres!

Pared de Rodrigo: - (silencio)

Al día siguiente Noelia y Rodrigo se cruzan en la parada de colectivo, pleno centro porteño, tres y media de la tarde.

Rodrigo:-Noe,¿ todo bien?¿Qué hacés por acá tanto tiempo?

Noelia: - Venía de lo de un amigo, ¿todo bien vos?

Rodrigo:- Si si…

Noelia: -Bueno… ¿Te tomás este?

Rodrigo: -Si.

Noelia subió primera sacó boleto, y se sentó en asiento individual. Rodrigo hizo lo mismo y se sentó adelante. Y se bajó antes que ella.

sábado, 11 de julio de 2009

Piiiiiiiiii


¿Y para qué decir? ¿Para qué hablar y no decir nada?
Una mosca congelada en la cima de un pan ácimo y una ventana que se abre de a poco, como al compás de un tango lento. La perpetuidad de una imagen infinita, gráficamente comprensible, muda, mejor. Dos sombras, que se juntan y se vislumbran por el simple y eterno accionar del sol, y de tanto en tanto se funden. De tanto en tanto se separan como queriendo seguir juntas, como las gotas de agua, pero se espantan, y cuando anochece se dispersan por el mantel y se hacen mosca. Y en el alba se forman nuevamente, caminan hacia el vidrio y lo miran, no lo ven. En cambio el sol sí con ellas. Y las sombras bailan y las moscas se congelan, mudas todas ellas. Y un encuadre encaja justo en el astro más grande, y todo lo que él ha creado. Y el calor no las derritía, y las primaveras se hacían notar en los árboles. Y las sombras… esas sombras. Calladas se tiraban al piso y se hacían muchas, y cuando venían más moscas, se hacían una sola sombra, una muy finita, engañando, disfrazando ser esa daga que crea oscuros, que tapa destellos, que pinta de negro. Que se para en el haz de luz y lo corta,lo mata sin escrúpulos, como cuando pedís medio metro de cinta bebé.Y ahí todo vuelve a fundirse, y ya no importa el tiempo, ni las moscas ni los árboles, ni la ventana, y menos las sombras. Y en el alba, cada cosa en su lugar. Sin palabras, sin decir. Parece que resultó mejor ese amable reposo, como las lágrimas que se postergan y al fin se dan , como los abrazos fiados que mueren y reemplazan por los verdaderos, como los besos de a montón que fueron asesinados por esos que erizan, esos, claramente, utópicos.
El alba penetrante contorneó la escena, creó aquel mismo encuadre, diariamente encuadrado. Las moscas sobre el pan. Las sombras en la ventana…
¡Esa maldita pava silbadora que asesinó al sol arruinando el silencio! Las sombras se derritieron sobre el mantel junto con todo lo demás, se hizo de noche para siempre, y otras luces empezaron a gritar en otro encuadre. Fue la muerte del soleado silencio, la muerte del amor.

martes, 7 de julio de 2009

A! El frío.

Estamos mal, debí admitirlo aunque logré evadirlo por un tiempo. Tosemos en el codo y miramos de reojo, observamos las monedas con más desconfianza que antes, y algunas bocas se escondieron tras ese blanco que da miedo. Y pensar que nosotros nos preocupábamos por no arrugar el mantel o que no se pase el agua para el mate.
Los actores se escondieron tras bambalinas y la música dejó sorda la cuidad. Nos quedamos con ese agudo “piiii”, y las persianas bajas. Corrimos sin dirección, hasta que vimos el puente tajando la autopista. Y por la sucesión que tienen las cosas nos encontramos, ahí en el medio, con las manos limpias y sin bufandas. Y pensar que antes íbamos rozando el alambrado con los ojos cerrados, mientras sentíamos el destello de esa luz agonizante tras algunos edificios. O agarrábamos el primer palito que encontrábamos tirado por ahí y acompañábamos los pasos con el roze del alambre.Y nos agarrábamos las manos sin desconfianza.
Nos cruzamos de frente, nos abrazamos por instinto, y nos quedamos callados. Habían muchos menos autos que siempre, y las nubes parecían mas grises, más enfermas, más de este invierno 2009. Las miramos, nos reímos con esos nervios de preocupación, y falsamente despreocupados nos tomamos de la mano, otra vez por instinto.Y finalmente llegamos, prendiste la tele, y quedamos enfermos, son esas cosas de este invierno, se hizo más frío que nunca.

miércoles, 1 de julio de 2009

Otra vez


Volvemos al tiempo, vamos en tiempo, navegamos por ahí. Y en los recuerdos de los colectivos los minutos se minimizan, ¿dónde quedaron los minutos que fueron? ¿ cada uno de esos sesenta segundos?, los quiero, no me despojes de ellos… ¿Cómo se hace para conservar exactamente el momento? No me digas que te acordás de todo, no mientas. ¿Dónde quedan los minutos que ya no vuelven? ¿Qué es? Susurran de vez en cuando en la noche, en algún poste de luz en las madrugadas, tal vez en algún acorde de bandoneón, pero… ¿vuelven?
El tren despoja a las vías, y la distancia las achica, el tiempo lo hace consigo mismo, parados en el último vagón nos acercamos más a la Terminal, nos alejamos más de… Reciclamos constantemente, sentimientos, risas, llantos, luces, silencios… No hablamos, pero susurran atrás de la cama después de quedar sin tiempo, y volvemos a ser lo que no somos.
Puse música para evadir tan lindo silencio, para no escuchar tan ciertos susurros, para apagar tan tenues luces… Para acostarnos en una sábana “espiraleada” de esas en las que duermen los músicos nocturnos, los flautistas velados, de esas que son aspiradas por los tornados que salen de las alcantarillas cuando el alba apenas empieza a asomar y contornear nubes.
Dormimos, por ahí navegamos, los minutos se evaden, pero dónde, ¿se subliman? Como siempre hace lo que quiere, el más libre de todos, el más amplio, el tiempo, el tiempo, el tiempo. Lento vamos cayendo, lento, lento, lento, el humo en la ventana de tu pieza y yo tapada hasta la cabeza veo como nos acercamos al centro de la alfombra, aspirados por el tornado, y las tazas vacías se caen, la tele se apaga, la música calla, los cuerpos se juntan... y el humo se hace todo negro.