miércoles, 1 de julio de 2009

Otra vez


Volvemos al tiempo, vamos en tiempo, navegamos por ahí. Y en los recuerdos de los colectivos los minutos se minimizan, ¿dónde quedaron los minutos que fueron? ¿ cada uno de esos sesenta segundos?, los quiero, no me despojes de ellos… ¿Cómo se hace para conservar exactamente el momento? No me digas que te acordás de todo, no mientas. ¿Dónde quedan los minutos que ya no vuelven? ¿Qué es? Susurran de vez en cuando en la noche, en algún poste de luz en las madrugadas, tal vez en algún acorde de bandoneón, pero… ¿vuelven?
El tren despoja a las vías, y la distancia las achica, el tiempo lo hace consigo mismo, parados en el último vagón nos acercamos más a la Terminal, nos alejamos más de… Reciclamos constantemente, sentimientos, risas, llantos, luces, silencios… No hablamos, pero susurran atrás de la cama después de quedar sin tiempo, y volvemos a ser lo que no somos.
Puse música para evadir tan lindo silencio, para no escuchar tan ciertos susurros, para apagar tan tenues luces… Para acostarnos en una sábana “espiraleada” de esas en las que duermen los músicos nocturnos, los flautistas velados, de esas que son aspiradas por los tornados que salen de las alcantarillas cuando el alba apenas empieza a asomar y contornear nubes.
Dormimos, por ahí navegamos, los minutos se evaden, pero dónde, ¿se subliman? Como siempre hace lo que quiere, el más libre de todos, el más amplio, el tiempo, el tiempo, el tiempo. Lento vamos cayendo, lento, lento, lento, el humo en la ventana de tu pieza y yo tapada hasta la cabeza veo como nos acercamos al centro de la alfombra, aspirados por el tornado, y las tazas vacías se caen, la tele se apaga, la música calla, los cuerpos se juntan... y el humo se hace todo negro.

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