sábado, 12 de julio de 2008

Soledad


Entiendo que hubo un tiempo en el que las palabras afloraban de mi boca y se plasmaban en las nubes, en los árboles que se situaban camino a casa, en el sol de las cinco de la tarde, en ese rincón del comedor donde el viento voló restos de pétalos de lo que al principio fue una flor. Pero ahora sólo las recuerdo, me cuesta titular o tal vez no quiera hacerlo, y me miento como lo estoy haciendo ahora. Porque cada paso lo escribo, porque en las noches cada último minuto de la vigilia lo ocupa tu voz, lo gasta el recuerdo, lo bordean abrazos jamás dados, esperados... Falsa e inútil inspiración es la que busco, la que invento, porque es entonces cuando intento convencerme de la soledad inexistente, porque justamente allí es cuando menos sola estoy.

Allí viajamos sentados en una flor y recorremos en ella cada sitio de la casa, abrazados en una mentira que parece no tener fin pero sujetándonos fuerte para no caernos, movidos por un soleado viento.