martes, 3 de febrero de 2009

El otro día, allá.

Noelia: - Benditas metáforas. Bendito ese poder de asociación que tiene el hombre, la razón. Esa posibilidad de comparar, de parecer, de pensar. Bendito el poder expresarlo, el poder callarlo, el intentar indagar y descubrir. Bendita intuición. Bendita imaginación. Bendito poder que genera dudas, ambigüedades y desconciertos. Bendita la creación de preguntas y respuestas que no se saben y se saben y no y si. Benditos los árboles, el agua, el aire. Benditos los amigos, la familia. Bendito los soles que se ven desde la Tierra. Bendita la trasgresión. Bendito el amor que está por encima de todo. Benditos los que se murieron y dejaron un legado. Bendito el poder escribir lo que uno no se anima a decir. Bendita la poesía y las películas. Bendita la música y los sueños. Bendita esa tarde en el Sur. Benditos los cuentos y libros que entretuvieron. Bendita la voluntad de poder. Bienaventurados los que se animaron y aún animan a decirlo. Benditos los valores que te hacen sentir mejor. Bienaventurados los que ayudan. Benditas las palabras que maravillan. Benditos los dibujos y pinturas que te generan algo. Bendito vos que me estás escuchando.
Rodrigo: - Bendita el agua de la Iglesia.
Noelia:- No me parece…
Rodrigo: - A mi tampoco, che la re flashas..
Noelia: - Sí, si…

Se levantaron del pasto, se dieron unos besos, él la acompañó hasta la puerta de su casa y luego se tomó otro colectivo. Ella subió a su pieza, prendió la luz, abrió el cajón, tomó un cuaderno cuadriculado y dibujó la cara de Rodrigo siguiendo el tramado de los cuadraditos de medio centímetro.

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