jueves, 20 de marzo de 2008

Una menos.

Nos inyectábamos palabras, palabras, palabras y palabras, cuyo antídoto nos curaba de los males que ataban nuestros pies al piso. Nos pérmitían volar y encariñarnos más con esa sensación de flotar. Y desde allí decíamos: " El cielo a nuestros pies...¿Qué?¿Qué miras desde ahí abajo?". Pero despertamos. Sabíamos que el efecto medicinal siempre termina por desgastarse. "Hay que variar de tácticas y medicamentos", me decías. Pero evidentemente no importó. Nos dejamos enfermos...

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