miércoles, 9 de abril de 2008

Plantas


Tanta es la frustración que siento cuando en medio del bosque de mentiras grito desconsoladamente que me saquen, que me saquen ya, porque los árboles no paran de brotar y ya estan tapando mi cuello. No quiero ser verde, ese verde oscuro con el que me cubría en el frío. Quiero el amarillo que se siente cuando se vence la ley de gravedad y se cree que es posible abrazar el sol, cuando queda esperanza alguna que un machete caiga desde lo alto para cortar la maleza que cubre los pies, es mucha, pero aún no lo suficiente. Ya quiero vencer la frustración y que nunca sea suficiente, que siempre falte, si me encanta eso, a una ausencia reconfortable me refiero... Estupendo sería que caiga al fin y que con una alegría desbordante corte las ramas y corra sin destino por un nuevo bosque que parezca infinitamente utópico. Y ahí me veo corriendo, a toda velocidad hasta que mi corazón sienta crecer en demasía y con un aviso por demás salvaje me arroje contra el piso. Que mis manos choquen contra el pasto violentamente para apaciguar la caida, me de la vuelta y con los ojos mirando al sol vea una sombra delgada bajar hacia mi centro, calmando eternamente el corazón, para convertirme inevitablemente en un nuevo verde.

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